|IZZIE|
Diez años más tarde.
La mayoría de los invitados ya estaban presentes, aunque faltaba el más importante. Me veía tranquila y despreocupada pero las personas que más me conocían realmente notaban cuan inquieta estaba. Claire y Mel me supervisaban bajo su sagaz mirada, con una sonrisa burlona y comentarios sarcásticos.
Les diría algo pero era pelear la misma batalla de todos los años. Según ellas, algún día me acostumbraría pero dudaba seriamente que eso fuese posible.
No me molestaba sentirme invadida por tantas personas en mi casa, al contrario, se sentía bien. Me gustaba hacer sentir bien a las personas así que quería que todo fuese perfecto para ellos y no tanto para mí. Con los años, había aprendido a conformarme con poco. O eso intentaba.
La mayoría estaban en el patio bajo el magnífico día, y un gran número de los presentes eran niños que corrían de un lado a otro. Con cada minuto que pasaba, estaba más segura que esos niños se estaban multiplicando de alguna forma. Estaba pendiente de todos ellos por miedo a algún accidente, y no me tranquilizaba que Christian, Jesse, Daryl y Seth estuviesen ahí.
La última vez, el único que terminó en el hospital fue Christian por intentar hacerse el fuerte y desafiante con los niños. A veces dudaba de su edad mental...
Mi madre se encontraba conversando con Grace y Susana, quien se había transformado en la nueva esposa de mi padre. Después de tantos años de noviazgo y tras poder controlarlo para transformarlo en lo mejor que podía llegar a ser, él le propuso matrimonio. Ese día no sabíamos si estaban más felices mi papá y ella o Abbie y yo.
Ya no me resultaba extraño ver a Susana y a mi mamá hablar. Al principio había sido un tanto incomodo pero Susana tenía una personalidad que hacía fácil poder llevarse bien con ella. Lo usual ahora era intentar separarlas para que dejaran de bromear acerca de él, quien se refugiaba en la persona que consideró enemigo por años: Henry.
¿Quién hubiese dicho que Janis Novak y Henry Amell pudiesen llevarse bien? Nadie...
Apartados de las mujeres, mi papá, Henry y Tim hablaban acerca de deportes, y no podían omitir hablar del bascketball que era el deporte que Jesse practicaba a veces, cuando su trabajo se lo permitía.
Al ver a mis hermanos me daba cuenta del paso del tiempo. Jesse tenía 27 años, y a pesar del tono del pelo y los rulos, cada día me recordaba a Darien. Y Abbie hacía poco tiempo había cumplido sus 25 años, estaba recién graduada con una licenciatura en economía y era la mezcla entre Claire y yo. Aún no sabíamos cómo eso había ocurrido, pero con Claire cada vez encontrábamos algo de nosotros en ella.
En serio, ¿cómo era que en un momento tenías 17 y al siguiente 38 años?
— ¡Mamá! Noah y Sonia se están peleando. No puedo separarlos —oí una voz que se filtró entre nosotras en la cocina.
Los ojos de Claire, Mel y míos se dirigieron a la niña de 12 años con vestido azul y zapatos negros; ella tenía el cabello castaño claro que terminaba en ligeras ondulaciones y ojos celestes pálidos brillantes. Sus rasgos delicados eran como los de su madre, y solo se diferenciaba de ella por la tonalidad de su mirada.
Lydia Cooper era todo lo que Claire era a su edad, y mucho más. Su aspecto era cuidado y clásico, había un aire intelectual en sus modismos y nunca podía faltarle un libro para distraerse del caos que eran sus hermanos menores.
— ¿Y tu padre qué hace? —preguntó Claire mientras ojeaba una revista de modas. Ni siquiera sabía cómo la había conseguido, porque las había guardado y no recordaba dónde estaban.
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Besos en el cuello |Finalizada|
General FictionIsobel detestó a Darien desde el primer momento en que lo conoció. Darien se intrigó en Isobel desde que puso los ojos en ella. Algunas relaciones están destinadas a ser efímeras, y otras a traspasar las barreras del tiempo. 1º Edición Agosto 2015 2...