|DARIEN|
Había algo en las personas que me conocían que iba más allá de la precaución. Estaba esa curiosidad por saber qué era de mí en Paris, y podía vislumbrar que todos se imaginaban mi vida como parte de un cuento de fantasía; viviendo de una casa donde la arquitectura era sublime, me regodeaba de numerosas personas multiculturales con las que iba a cafés, bares y fiestas electrónicas hasta el amanecer, visitando centros culturales todo el día y esperando que las mejores panaderías abrieran para poder desayunar como un rey.
Todo eso estaba lejos de la realidad, y a veces me sentía un poco culpable por romperles la ilusión. Porque claro, no había nada de genial cuando las personas se enteraban que vivía en un cuarto piso de un mediocre edificio que si bien era esbelto por fuera, por dentro dejaba mucho que desear. Compartía mi lugar con un francés malhumorado y tacaño que si bien no lo aguantaba, era uno de los pocos amigos que había logrado hacer. Me lo pasaba trabajando y estudiando para perfeccionarme, porque si bien ya tenía mi carrera como diseñador gráfico, deseaba más.
No había nada de cafés, bares y fiestas. Lo más cerca a eso, era la tienda bajo mi edificio donde vendían comida y bebida. Allí bajaba de vez en cuando para comer cuando no quería cocinar, y para alejarme de Alain un rato o cuando él andaba con visitas femeninas. Los centros culturales había logrado conocerlos con el tiempo, pero siempre quedaba algo por conocer. Pero el punto, era que nada era ideal. Podía ser que viviera allí, pero la mayor parte del tiempo extrañaba estar en mi ciudad con mi familia y mis amigos.
A veces, me preguntaba por qué rayos aún seguía en Paris siendo que me dolía la lejanía. La respuesta siempre tardaba en llegar, pero siempre era la misma. Temía estar preso de la cotidianidad. Allá, lejos en Paris, hacía lo que quería con mi tiempo y espacio. En cambio en Clemencia, debía atenerme a los horarios de los demás, teniendo que dar explicaciones y sintiendo que la atención de todos estaba en mí.
Todo eso solo me volvía histérico, y me hacía querer huir lejos.
— ¿Qué haces aquí escondido, Darien? —oí una voz fina y cantarina. Los ojos castaños de Claire sondearon mi alrededor, y volvió a mirarme con interrogación. No había nada raro en mí, solo que me encontraba sentado en la ducha del baño, ubicado en el quincho atrás de mi casa. O más bien, la casa de mis padres.
Absolutamente, nada raro.
— Solo... ya sabes —dije, acomodando sobre la pared, intentando verme lo más cotidiano posible—, escondiéndome —me encogí de hombros, sin saber que decir. Había cosas, en la que no podía mentirle a mi prima favorita.
Ella entornó sus ojos sobre mí, y se veía como su padre cuando intentaba hacer que lo tomaran en serio; volviendo su rostro como una perpetua mascara inexpresiva. Pero en ella, aquella expresión lucía adorable. Y es que Claire tenía pelo recogido en la cima en su cabeza, haciéndola ver más aniñada. Más aún con su estilo bohemio.
— ¿Por qué te escondes? La tía pensaba que estabas encerrado en tu habitación y envió a Izzie a molestarte, mientras yo buscaba algunas cosas de aquí —respondió.
¿Izzie en mi habitación? Maldita sea, ¿Por qué me lo perdí?
Ahogué un grito y cerré los ojos un momento para canalizar la frustración.
— A veces me gusta ser el centro de atención, porque en verdad a todos nos gusta un poco de alimento a nuestros egos. Pero a veces necesito escapar —le expliqué, sin estar seguro si me entendería. Llevaba unos días allí, y me sentía agobiado por la intensidad de todos hacia mí. Solo requería unos minutos de soledad y en silencio. Nada más.
Las comisuras de los labios de Claire se movieron de un lado a otro, hasta que suspiró y movió sus manos, esperando que le cediera un poco de lugar. Me moví un poco, y ella se sentó a mi lado, con sumo cuidado. Permanecimos en silencio unos minutos, mientras ella analizada algo en su mente y yo la contemplaba a la espera.
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Besos en el cuello |Finalizada|
Ficción GeneralIsobel detestó a Darien desde el primer momento en que lo conoció. Darien se intrigó en Isobel desde que puso los ojos en ella. Algunas relaciones están destinadas a ser efímeras, y otras a traspasar las barreras del tiempo. 1º Edición Agosto 2015 2...