Al día siguiente me desperté muy tarde. Eran casi las cinco de la tarde, y no sabía cómo encarar la vida. Abrí los ojos con dificultad, porque había una fuerza que me impulsaba a seguir durmiendo. Mi habitación estaba en penumbras, y no había ni un pequeño haz de luz que se filtrara.
Tenía hambre pero sentía el estomago revuelto. Mi boca se sentía pastosa, y mi cabeza latía como si acaso mi corazón se hubiese teletransportado allí. Me acomodé en mi cama y permanecí allí por un rato más, hasta que me obligué a mi misma a levantarme para ir a bañarme.
Desde que Claire y yo entramos a la universidad, habíamos decidido mudarnos juntas y lejos de nuestros padres. Cómo era de esperarse, mi mamá casi enloquecía al imaginar a su hija lejos de ella, y Henry no sabía qué decirle a Claire. No podemos decir que fue fácil, pero lo logramos. Y nos mudamos a un pequeño departamento de dos habitaciones, y una pequeña sala que estaba separada de la cocina por una barra extensa.
Si quieren saber mi opinión, la independencia se siente bien, aunque claro, no se goza de ciertos beneficios como la comida casera de mi mamá.
Limpia y perfumada, estaba casi renacida. Solo faltaba mi café y un poco de comida. Me aseguré que la habitación de Claire, frente a la mía, estuviese cerrada para no molestarla, y me puse manos a la obra en mi proyecto de alimentación.
¿Qué es el paraíso para mí? Estar sentada en el sillón, con un café en mano y comida en la mesa ratona frente a mí, mirando una película de superhéroes.
— ¿Soy la única que se siente como si un camión hubiese chocado de frente contigo, y hay un concierto de payasos saltarines con cornetas en su cabeza? —preguntó Claire, caminando como un zombie hasta desplomarse a mi lado.
Intenté no sonreír pero no pude evitarlo. Tenía un aspecto lamentable, con sus largas ondas castañas desordenadas, su piel estaba pálida, y sus rasgados ojos castaños se veían ojerosos y opacos. Pero aún sin maquillaje y en modo zombie, Claire era imposible que fuese fea.
— Creo que si —respondí. Ella tomó un poco de mi comida, y se acurrucó a mi lado.
— ¿Papá y Julia llamaron? —preguntó; algo que ni ella ni yo pudimos hacer, era llamar a nuestros nuevos padres como tal, porque no nos parecía correcto. Ella había perdido a su madre en un accidente, y yo aún lo tenía con vida, aunque muy lejos.
— Solo le mande mensajes a mamá, diciéndole que estábamos bien, y nos dijo que mañana nos espera a almorzar —respondí.
— ¡Genial! —dijo, estirando sus brazos sobre su cabeza— Ya estoy deseando comer comida de verdad —murmuró. La miré con saña y ella me sonrió inocentemente—. Tu comida es riquísima, pero la de tu mamá es mejor.
En realidad, no podía negar eso.
Me encogí de hombros, y continué mirando la película, mientras Claire se despertaba un poco más y terminaba con mi comida.
— Estaba pensando en invitar a Darien esta noche, ¿Te parece bien esa idea? —me preguntó, mirándome de soslayo como si acaso fuese una niña pidiéndole a la madre ir a jugar a casa de una amiga. Me encogí de hombros, sin ningún problema con esa idea.
— ¿Él no estará con los padres? —pregunté con curiosidad.
— Los tíos llegan mañana. Es que andaban visitando a mi abuela en Bahía Azul, y Darien llegó aparentemente de sorpresa —respondió.
— Entonces, supongo que no tiene planes para esta noche —murmuré—. Pregúntale que quiere comer, así vamos de compras —agregué, ya sintiendo lo que sería esa noche. Mi estomago se contorsionó, y nada tenía que ver con la bebida de anoche y la comida de hoy. Hacía dos años que no estaba con Darien cara a cara, y estando sobria.
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Besos en el cuello |Finalizada|
Ficção GeralIsobel detestó a Darien desde el primer momento en que lo conoció. Darien se intrigó en Isobel desde que puso los ojos en ella. Algunas relaciones están destinadas a ser efímeras, y otras a traspasar las barreras del tiempo. 1º Edición Agosto 2015 2...