|IZZIE|
Tres años después...
Tantos años soñando y ahorrando, habían valido la pena. Me encontraba frente a nada más y nada menos que el coliseo romano. No podía quitar mi estúpida sonrisa al verlo. Ni siquiera me importaba no estar sacándole fotos. Había tiempo, y si no lo había, en internet había miles, porque tenerlo frente a mí era otra cosa.
Simplemente era el mejor día de mi vida.
— ¿Puedes cerrar la boca? Te van a entrar moscas —dijo Mel burlonamente, intentando meter su dedo en mi boca. Me alejé de ella dando manotazos, con expresión asqueada. Nada podía opacar mi buen humor, mucho menos ella.
— Sal de aquí, descendiente de satanás —siseé, y ella rompió a reír a carcajadas.
Podía ser que tuviésemos 26 años y debiéramos comportarnos como adultos maduros, pero estábamos muy lejos de eso. Ella continuaba comportándose toda gruñona y maliciosa, mientras yo tenía mis momentos de seriedad y de chillar de alegría. En aquel instante, me sentía como una niña en un parque de diversiones. O como Claire cuando estaba en una librería.
— Claire tendría que estar acá —pensé, caminando tras Mel a paso lento y la mirada puesta en el glorioso monumento. Ella había deseado tanto como yo conocer Europa, pero los caminos de la vida nos llevaron a distintos sitios.
— Si, pero está con Christian teniendo sexo todo el día, todos los días. ¿Adivina quién la está pasando mejor? —preguntó Mel, mirándome de soslayo con sus profundos ojos.
— Yo, porque no deseo tener sexo con él —respondí con horror, y ella sonrió.
Era un hermoso día de verano en Roma, repleto de turistas. Todo era música y una orquesta de diferente idiomas que se entremezclaban con gracia. Había buen humor en el aire, y todo el mundo sonreía, incluso Mel. Su cabellera roja había crecido y la llevaba atada en la cima de su cabeza, y lucía fresca y juvenil con un vestido floreado. Aproveché para tomarle una foto y continuar con el resto del lugar.
Desde que habíamos llegado a Roma, el día anterior, no hacíamos otra cosa que ir de aquí para allá, queriendo conocer todo, comiendo, sacando fotos, y continuar comiendo. Debíamos disfrutar el tiempo que nos quedara allí antes de irnos a Florencia para luego dirigirnos a Venecia. La idea inicial era empezar en Italia, recorrer Austria y República Checa para terminar en Alemania en la Oktoberfest.
Si, Mel y yo soñábamos a lo grande pero haríamos el esfuerzo por intentar recorrer todos esos sitios y no terminar vendiendo nuestros órganos.
— ¿Adivina a quién mira un chico moreno y guapo desde la otra punta del coliseo? —preguntó Mel, y estoy segura que no estaba tan lejos; ella simplemente es exagerada.
— Probablemente a ti. A veces los hombres tiene un radar para interesarse en quienes no le van a prestar atención —respondí. Ella me miró con impaciencia y negó.
— A ti tonta, hazte el favor y míralo un poco, quizás te dé un poco de felicidad y dejes de quejarte —comentó.
¿Perdón? ¿Yo quejarme?
— Creo que estás hablando de ti misma —opiné, y supe que quería mostrarme el dedo medio, pero no lo hacía porque había gente y no le gustaba quedar mal. Ella meneó la cabeza, y me giré en busca del chico. Y evidentemente si me estaba mirando; pelo castaño, alto y de bronceado natural, con oscuros ojos. Era precioso, y me sonrió—. Un romance fugaz con un italiano, creo que mi sueño podría hacerse realidad —suspiré ensoñadoramente, devolviéndole la sonrisa mientras me sentía enrojecer.
— ¿Y qué hay de Phil? —inquirió Mel en tono burlón.
¿Quién?
Cierto, Phil...
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Besos en el cuello |Finalizada|
Fiksi UmumIsobel detestó a Darien desde el primer momento en que lo conoció. Darien se intrigó en Isobel desde que puso los ojos en ella. Algunas relaciones están destinadas a ser efímeras, y otras a traspasar las barreras del tiempo. 1º Edición Agosto 2015 2...