El Poder de AMAR (#2CYTZ)

Ocho reyes

POV'S NARRADOR

Era un día soleado como otro cualquiera, mas este día planeaba ser uno más importante que los demás.

En una sala del palacio se encontraban unos humanos adolescentes, no muy corrientes, ensayando sus poderes. Realmente su técnica era precisa y por que no decirlo, alcanzaba la perfección.
En una de las tantas esquinas de esta sala, se encontraba una chica morena, pelo largo decorado con flores primaverales, tez morena y una altura no muy grande pero suficiente. Su nariz era un tanto aguileña y sus ojos azules como el mar, reflejaban a todo el que los mirase paz y alegría.
Estaba concentrada en algo, que con ojos normales, nadie lograría ver. Mas ya he anticipado que ellos no son normales. Miles de moléculas se agrupaban en el momento que alejábamos la mirada, creando algo bello y maravilloso, una delicada flor, tan frágil, como una del Himalaya, y tan bella, como las mismas flores que crecen en los jardines del Edén. Su color pálido como la luna, deja ver tu propio reflejo en ella. Simplemente alucinante.
Al parecer, pierde su concentración porque un chico moreno con radiante sonrisa la llama. ¿Habeis oído su nombre?
¡Como no me había acordado! Estos no son ni mas ni menos que los Elegidos. Y la morena es nuestra querida Cenicienta y el moreno es Peyton. Cambiados, ¿verdad?

Asi, todos, satisfechos con su entrenamiento y riendo, se fueron caminando a la sala del trono, pero lo que no sabían es que allí les esperaba una gran sorpresa.

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Dentro de la sala del trono, la princesa Unicorn y Little charlaban esperando el regreso de nuestros amigos.
A su alrededor, las seis princesas trasteaban y jugaban entre ellas. Había una apartada, cuyo cabello era rubio casi blanco como la caliza, y vestía un conjunto rojo. Ésta, a diferencia de las demás, no expresaba alegría alguna en su cara, todo en ella era una gran maldad, o eso expresaban sus ojos grises.

Cuando la puerta del salón se abrió, todos guardaron silencio.
Cenicienta fue la primera en pasar, y junto a los demás, hicieron una reverencia a Unicorn y a Little, que por el momento, eran los reyes en Tafansy.

-Jovenes- dijo Little
-¿Si, Little?- dijo Scarlet, a quien su precioso pelo pelirrojo ya le llegaba por la cintura.
-Debemos deciros algo de gran importancia- dice Unicorn
-Todos nuestros sentidos están puestos en ustedes, majestades- dijo Harris cordialmente.
-Desde que llegasteis aquí, habéis servido a este reino como ningún habitante lo ha hecho- dijo Unicorn, quien estaba ahora sentada sobre el trono, lo que le daba una imagen mas de nobleza- habéis combatido con valor y amor contra fuegos, robos y otros problemas. Y por eso el pueblo de Tafansy, os estara eternamente agradecido- dice con una sonrisa.
-¿Adonde quiere llegar su majestad?- pregunto Beast, quien estaba al lado de Harris.
-Quiero otorgaros, a los ocho, el honor de ser reyes de Tafansy- dijo finalmente, todos los allí presentes se quedaron de piedra.
-¿Acaso nos merecemos ese honor?- dijo Sam al fin, apoyada en el brazo de Jess.
-Eso y más, jóvenes elegidos- dijo Little- mas debéis prometer por el amor a la corona, que no defraudareis a este reino ni conspirareis contra el- añadió.
Los ocho elegidos empezaron a hablar entre ellos mediante unos susurros que nadie podían oír. Al final se dieron la vuelta y fue Eric quien hablo.
-Aceptamos- dijo el solemnemente
-Bien, la ceremonia sera mañana. Asistirán criaturas de todo Tafansy- dijo sonriente Little
Ellos asintieron y Unicorn se levanto y con un gesto de mano dijo- os podéis retirar
Todos se fueron hacia la puerta, pero cuando Cenicienta, la ultima del grupo, iba a salir, Unicorn la llamo.
-¿De veras estaréis dispuestos a luchar contra lo que viene?- ella solo asintio- ¿y que hay de ti?- dijo Unicorn
-Dije en su día, que al tocar aquel libro, yo me comprometí eternamente con este reino- Little y Unicorn, con las otras cinco princesas, excepto la que antes estaba apartada, sonrieron.
-Seras una gran reina- dijo con orgullo Caperucita, la princesa acompañada por un lobo.
-Lo intentaré- dijo Cenicienta con una sonrisa, para luego marcharse por aquella enorme puerta de madera.