En mis manos tengo un mundo podrido que necesita de alguien que se haga cargo de él. Jugaré con las personas tóxicas que lo habitan, como si fueran piezas de ajedrez; me iré deshaciendo una a una de todas ellas para demostrarles que sólo han estado viviendo porque la existencia tuvo pena de dejarlas en el vacío, aunque actualmente siguen siendo "nada" para el mundo. Jugaré a ser el dios de una nueva religión y el emperador de un gran imperio, donde todos, incluido yo mismo, le agradeceremos al universo haberme regalado un día más de vida para continuar con mi tarea: la de limpiar al mundo de las injusticias.
Y todo aquel que se oponga, ¡deberá arrodillarse ante mí! Me reiré, sentado en mi trono, de su falsa valentía y le pediré que levante su mirada para apreciar mi corona.
La corona de un auténtico dios emperador.