Capitulo 15: Discusión.

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Alzo mi mirada, y me doy cuenta del rostro siniestro que posee ella.

—Bienvenida a tu nuevo mundo —Susurra con una voz y una sonrisa escalofriante.

No podía ni soportar mi propio peso así que caí de rodillas, sintiendo el ardor en toda en mi espalda, podía sentir como la sangre se deslizaba en ella.

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Despierto, ahora me encuentro en una habitación clara, rodeada de espejos. Me pare del suelo blanco con dificultad ya que tenia la herida en mi espalda. Me dispuse a ver las cuatro paredes que me rodeaban y reflejaban mi lastimado cuerpo.

—Disculpala —Escuche aquella voz reconocida, que ahora se notaba sarcástica —. A veces exagera — Rió burlón.

—Dejame en paz —Susurré con suplica.

Escuche como reía con sarcasmo nuevamente y la rabia me invadió  —Ya es tarde —Dijo parando su risa en seco —. Ya tu eres una de nosotros.

—¿D-de que hablas? —Pregunte confundida.

—Veamos como te va en tu primer día —Habló aquella voz siniestra.

Y ahí se torno mi vista en negro otra vez. Me encontraba en un lugar desconocido, parecía estar flotando. Estaba en un completo silencio hasta que una voz me habló.

—Hermana —Escuché claramente a mi hermano.

—No... No caeré otra vez -Dije con lágrimas en mis ojos, que acababan de nacer. Odio que jueguen con esto, mi hermano es un tema sagrado para mi.

—No, hermana; escúchame.

—¡¡NO!! ¡Tu no existes! ¡Tu estas muerto! —Insistía desesperada.

—Hermana —Sentí como me sujetaban por los hombros para que me calmara —. Soy yo, escúchame por favor.

—... ¿Q-que quieres d-de mi? ¡YA NO SOY NADIE!

—Tú eres alguien, TÚ ERES ALGUIEN -Insistía mi hermano -. No digas que no eres nadie, por que al menos tú tienes una vida ¡TIENES UNA MALDITA VIDA Y ESTAS DEJANDO QUE TE LA ROBEN!

—Ya... Ya me la quitaron -Dije calmándome, yo en el fondo sabia que no tenía vida, ya no.

—No... No digas eso ¡Tu eres fuerte! ¡Tu puedes con todo esto! ¡Tu misma podrás derrotarlo!

—Pero, ¿Como? —Pregunte con mi voz claramente débil.

—Solo se fuerte y aclara tu mente siempre... Siempre... Siempre...

...................

—¡SIEMPRE! ¡SIEMPRE ESTAS PELEANDO POR TODO! —Escuché gritos en el piso de abajo, por lo que salí de mi cuarto y me asomé por las escaleras.

Habían llegado.

— ¡¡ES MEJOR QUE BAJES TU TONO DE VOZ!! —Amenazaba mi padre.

Pero nada felices.

—¡¡NO TE TENGO MIEDO!! ¡Llevamos 25 años casados, maldita sea! —Le contestaba mi madre.

Yo, por mi parte, estaba asomada detrás de la pared que separaba la sala de estar con el pasillo, había bajado las escaleras en cuestión de segundos. Tenia lágrimas en mis ojos, era la primera vez que veía a mis padres pelear así.

—¡¡25 años que disfrutaba con otra mujer!! —Gritó mi padre y luego reinó el silencio, podía ver en el rostro de mi madre un verdadero dolor, mientras que en el de mi padre veía arrepentimiento de sus palabras.

—Tú... Tú me engañaste -Habló mi madre en un susurro, con lágrimas en sus ojos.

—No... Yo no... —Trató de decir mi padre, pero ella se fue corriendo hacia las escaleras, por lo que me encondí en la oficina de mi padre, que era el lugar mas cercano.

Limpié mis lágrimas y con angustia entre en esa oficina. De repente me dio una punzada en la espalda.

Mierda, mi herida. Maldita Andrea, no se que le pasa.

Se me hacia raro entrar allí ya que nunca lo había hecho. Habían papeles y documentos regados por todo el lugar, pero mi vista se posó en una caja muy peculiar, que se encontraba en la esquina de la habitación.

La caja blanca.

Un Rostro en el Espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora