— No... mamá no desapareció. Mamá esta conmigo — Dije con melancolía, otra vez estaba llorando.
— Mamá no llegará — Aseguró aquella voz escalofriante — Ya él se encargó de ella.
Luego de esas siniestras palabras empecé a escuchar pasos en las escaleras. Eran pasos desesperados. Subían y bajaban con rapidez. Luego empezaron a invadir toda la casa. Se escuchaban pasos en el primer y segundo piso. De repente los escuché en el mismo pasillo que yo, se iban acercando. Me abracé las rodillas y apoyé mi rostro en mis piernas para no ver nada que no quisiera ver.
Escuché como apagaban la luz de ese pasillo, que era lo único que alumbraba mi hogar. Luego de ese momento sentí una respiración agitada junto a mi cuello, como si uno de los que estaban corriendo por toda la casa me estuviese observando con detalle. Sentía esa mirada en mi, sentía esa respiración. Eran reales, ellos eran reales.
Y allí fue cuando volví a escuchar:
—Pon los espejos de vuelta, extraño verte.
—¡DÉJENME EN PAZ! —Grité levantándome y noté que no había nadie a mi lado. Pero se escuchaban los pasos más fuertes, se burlaban de mi — ¡¿POR QUE A MI?! ¡Váyanse de aquí! — Seguía gritando. Pero ellos empezaron a gritar con desespero, parecían demonios en acción, o eso eran. Decidí tomar esto en serio, porque el miedo me invadía de manera completa y tenía que hacer algo, al menos si no quería morir.
—¡Padre Nuestro que estas en el cielo... —Empecé a rezar en voz alta. Ellos dejaron de gritar y ahora se escuchaban susurros, parecen dudar de lo que esta pasando.
Seguí rezando el Padre Nuestro. Cuando finalicé ya no se escuchaba absolutamente nada, ahora todo era silencio y oscuridad total. Me senté nuevamente y recosté mi cabeza en la pared.
—Creo que ya todo acabó — Susurré algo feliz.
—No lo creo —Susurraron en mi oído y rieron como un niño.
Di un brinco y el miedo me invadió otra vez. Me levanté de inmediato y me asomé por el pasillo de los escalones.
No puedo creer lo que veo.
Vienen subiendo lentamente cada escalón, al rededor de 50 sujetos altos —muy altos—, lucen igual que él. Miden dos metros, son seres totalmente oscuros. Aunque es obvio, todo esta oscuro, no puedo ver casi nada, solo puedo distinguir las figuras. Quedo paralizada y solo puedo respirar. No puedo hablar o moverme, odio cuando sucede esto.
Mi corazón parece salirse de mi interior, tiemblo como un gato luego de bañarse, tengo tanto miedo como una pequeña niña durmiendo sola. Necesito a mi madre, la quiero ahora mismo.
Se enciende la luz del pasillo que esta detrás, y me da espacio de ver a los seres que vienen subiendo lentamente las escaleras. Como estoy justo en el medio del pasillo, ellos están de frente. Puedo notar que no tienen rostro, pero traen sosteniendo un espejo. Todos, y cada uno de ellos sostienen un espejo, para reflejar lo que este al frente de ellos.
Observo con detalle los espejos, y noto que él esta detrás de mi.
Me da un escalofrío y de repente puedo sentir como vuelvo. Salgo corriendo a la primera puerta que veo, pero de lo que no me di cuenta antes, fue que esa era la oficina de mi padre. Donde había muerto, donde yo lo había matado.
Entro sin mas pensamientos, pues no quiero morir, por lo que tranco la puerta con pestillo. Me recuesto en aquella puerta de madera y veo el reflejo de la luna a través de la ventana. Me concentro en eso, hasta que escucho una voz varonil conocida.
No quiero voltear, no quiero verlo. No quiero saber si sigue vivo.
Creo que lo único que esta claro aquí, es que él ya no es mi padre, ahora pertenece a ellos.
—Hola otra vez, hija.
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Un Rostro en el Espejo.
HorrorCada vez es peor, ahora solo escucho una siniestra y grave voz que solo repite una escalofriante frase. ''Coloca los espejos de vuelta, extraño verte''. -Historia original. -Prohibida su copia o adaptaciones.