Capítulo 3: Jacob.

284 23 3
                                    

¿QUÉ? No podía ser posible. ¿Qué era aquello que estaba escrito allí? No pensé en otra cosa que taparme con mi manta, acto infantil pero instantáneo, solo estaba esperando despertar ya que pensaba que era una pesadilla. Por mi mala suerte; no era un mal sueño. Sonó mi teléfono y saqué mi brazo hacia mi mesa de noche, sin ver donde estaba mi teléfono lo pude tomar, estaba en la punta de la mesa. Observé de quien era la llamada antes de contestar.

- ¿Sí?

-Dejé la tabla en tu casa-Habló Ashley al otro lado del teléfono.

-¿Y qué quieres que haga? ¿Que le dibuje un corazoncito y le ponga escarcha? Lo máximo que puedo hacer es quemarla. Además, no creerás lo que me acaba de suceder -Dije seriamente.

-¿Ahora qué te paso?

Le conté lo que había pasado esa noche con la caja y lo de hoy en la mañana, por lo que Ashley me dijo:

-Una caja blanca en la madrugada, pintura blanca en el espejo... Efectivamente, estás loca. No estoy para chistes ahora, sabes lo que pasó anoche -Exclamó de manera obstinada.

-Por favor Ashley, créeme, no sabes el miedo que tengo ahora mismo.

-¿Qué miedo vas a estar teniendo tú? Asesina.

-Un segundo, ¡¿qué es lo que te pasa?!-Me alteré. ¿Pero qué vergas? ¡Me estaba culpando de matar a Jacob!

-A mi nada, por lo visto, a ti sí -Contestó.

-¿Pero por qué me hablas así? Yo no soy ninguna asesina, y lo sabes muy bien. A mi más que nadie me ha afectado todo esto, es MI amigo y MI casa, no entiendo por que me atacas de esa forma-Pregunté, pero no conseguí respuesta, me había colgado.

Sin entender, me quité la cobija de encima. Se me había olvidado por dos segundos lo ocurrido pero para mi sorpresa; ¡NO HABÍA NADA! Todo estaba en completo orden; la caja no estaba, el espejo en total limpieza, por lo cual me pareció raro y pensé que seguro eran imaginaciones que presenté al despertar. Me duché, me vestí, bajé a la cocina para prepararme el desayuno y allí estaba la caja, justo donde la había dejado en la madrugada. Me dio curiosidad saber que había en aquella caja blanca así que busqué un cuchillo y empecé a abrirla. Pensé encontrar recibos de pago o algo parecido, pero lo raro fue que adentro de esa caja había una pintura blanca... Y ya destapada.

¿Pero qué era aquello? ¿Una clase de juego? ¿O lo de la mañana no fue mi imaginación? ¿Qué era lo que pasaba? Cuando me hice esas preguntas no pasaron tres segundos cuando tocaron mi timbre.

Una, y otra, y otra vez. Se escuchaba insistente.

-¿Q-Quién es? -Pregunté mientras me acercaba a la puerta temerosa. Pasaron cinco segundos cuando contestaron:

-¡Yo!

-¿Quien rayos es Yo? -Pregunté obstinada, pero me arrepentí de preguntar aquello cuando me contestaron de forma rápida:

-Jacob.

Un Rostro en el Espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora