Capítulo 24: Volver.

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Me encuentro justo al frente de casa.

Se preguntarán como llegué hasta aquí...

La respuesta es fácil.

Luego de escuchar que tenía esquizofrenia, escapé por la ventana y llegué hasta acá, pues no quedaba muy lejos. En lo personal, pienso que es una gran mentira lo que ese sujeto había dicho, yo no padezco esquizofrenia, lo sé porque yo se lo que vi. Sé que él es verdad, sé que ellos son verdad, de lo contrario, no estaría aquí.

Es pleno mediodía, por lo tanto no debe estar nadie en casa.

Me paro en frente de la puerta, la intento abrir pero está trancada, y no llevo llave.

Toco el timbre y luego me doy un golpe mental. ¿No acabo de recordar que estoy sola?

En ese momento escucho el chillido de la puerta al abrirse. Levanto mi vista impactada y me encuentro con el rostro preocupado de mi madre.

—¡Hija! —Exclama y me da un abrazo lleno de emoción. Tardo unos segundos en responder, pero lo hago. Necesitaba un abrazo de mi madre, en estos momentos no tenía tiempo de pensar en donde había estado, simplemente quiero abrazarla por el resto de mi vida, y nunca separarme de ella —¡¿Donde habías estado?! —Preguntó separándose del abrazo, pero ahora me sostenía de hombros.

—¿D-donde habías estado t-tú? —Tartamudeé empezando a llorar.

—¡Yo he estado aquí siempre! Anoche cuando se fue la electricidad tú habías desaparecido, estaba que llamaba a la policía —Dijo y me estremecí, lo menos que querría ahora sería que llamara a la policía —, y lo mejor que pude hacer fue irme a la casa de tu abuela, pues no me iba a quedar aquí con... con...

—Mi p-padre... —Recordé cabizbaja.

—Cariño, no quiero que te sientas culpable. No estarías aquí si no hubieras hecho eso —Dijo abrazándome nuevamente. Acurruqué mi rostro en su pecho.

Todavía no creo que maté a mi padre, simplemente no creo su última vez, no creo en su última actitud. Mi padre no era así.

—Después de todo, sabes que estuvo bien —Susurró mamá.

—¡¿Perdón?! —Grité separándome del abrazo, mamá me miraba con el ceño fruncido.

—¿Perdón de qué? —Preguntó confundida.

—¿Q-qué acabas de decir? —Pregunté ahora yo, separándome lentamente de ella.

—Que no quiero que te sientas culpable, que no estarías aqu...

—No —Interrumpí —, lo que dijiste hace unos segundos.

—Linda, eso fue lo último que dije —Contestó pensativa, preocupada —. Pasa, te prepararé un té.

Pasé a casa y nuevamente recordé todo lo que había pasado.

Muertes, problemas, apariciones.

—¿Qué hiciste con papá? —Pregunté en voz baja.

—Tranquila, ya no esta aquí.

—Pero...

—No volvamos a hablar de eso, ¿si? —Dijo entrando a la cocina, dándome la espalda.

—Bien —Contesté —, iré a mi habitación.

Él te espera —Dijo para luego reír.

—¡¿Q-QUÉ?! —Grité frunciendo mi ceño, mi corazón latía con fuerza. Mamá dio un brinco cuando escuchó mi grito y volteó, haciéndome saber que no estaba riendo.

—¿Qué es lo que te pasa? —Preguntó preocupada.

No contesté y subí rápidamente a mi habitación. A medida que subía me daba cuenta que todos los espejos estaban en su lugar correcto. ¡¿Pero que mierda?! ¡Yo los escondí todos!

Pasé a mi habitación y lo primero que vi fue mi teléfono en mi cama. Ya ni recordaba que tenía uno.

Voltee hacia un lado y estaba mi espejo, totalmente limpio y en orden. Me dieron escalofríos.

Tomé mi teléfono y lo encendí. Al hacerlo, noté que tenía clave... Yo nunca le he puesto contraseña a mi celular.

De repente sentí como mi cuerpo se tensó, mis manos se apretaron fuertemente al teléfono y empezaron a presionar teclas. Estaba muy confundida y asustada, yo no había provocado eso.

Luego de que se detuvieron, presioné en mostrar contraseña, pues necesitaba ver que habían escrito allí. Di un brinco.

Decía ''Él viene por ti''.

Mi corazón parecía que en cualquier momento traspasaría mi pecho. Con temor presioné el botón de aceptar.

Esa era la contraseña.

Rápidamente intenté bloquear mi teléfono de nuevo, pero no pude. Mi teléfono no pedía clave. Lo apagué y lo encendí nuevamente, pero tampoco me pedía una clave.

—Aquí está tu té.

Lancé el teléfono a la cama del susto que me había dado mi madre.

—Y deberías darte un baño —Sonrió sin ganas, entregándome la taza de té.

Asentí tomando mi taza de té. Lo bebí de un solo trago, tenía mucha sed.

Tomé una toalla y me adentré con terror al baño, observándome en el espejo. Todavía tenía miedo. Era algo estúpido, pues es mi casa y no me siento en confianza.

Me desvestí y me metí a la ducha, dejando que el agua recorriera desde mi cabello hasta mis pies. Luego del baño, salí, aterrorizándome al ver lo que estaba escrito en el espejo...

''Die Spiegel Sind Gefährlich''.

Un Rostro en el Espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora