Notas 1984

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"Al final importa una mierda si las cosas no salen como queremos, porque más vale tener cicatriz por valiente que piel intacta por cobarde".

Bruce Lee.

Narra Anna.

Es todo, estaba cansada a más no poder de ser ahora quien seguía a Steve, iban a dar de alta a Maria en unos días, o al menos si no pasaba nada malo, tenía que hacer que él hablara con ella o incluso convencer a Max de que lo llevara a la fuerza, no iba a tolerarlo una vez más, ese hijo de puta se estaba pasando de real.

Sabía poco de Leslie, había faltado mucho a clase y sus notas estaban por los suelos, tampoco estaba en casa, sus padres pensaban que iba con regularidad a la escuela, pero enterarse de lo contrario tampoco los afectó demasiado, después de todo ese era el menor de sus problemas, tenían todas las deudas de la funeraria y estaban pensando en pagar un psicológico a Leslie, pero yo la conocía, diría que no estaba pinche loca y que no necesitaba un maldito loquero. Estaba empezando a considerar la idea de dejarla un poco de lado junto con sus estúpidos problemas y darme un tiempo libre; pero no sólo pensaba en sus problemas, iba a mandar a todos a la chingada. Podría irme con Max, después de todo ella no me daba problemas.

También le había pedido ayuda para localizar a Steve, había tratado de hablar con él la otra vez pero lo había molestado, incluso podría decir que lo había hecho enojar, él era la jodida persona más enojona que conocía, me había cansado de tanta idiotez y mi plan era golpearlo en las bolas si no me hacía caso esta vez, Max me había dado una dirección, era al único lugar que él no podría faltar, su trabajo, no había dado ningún detalle, sólo había atendido el teléfono y dado los tres números de la dirección; a simple vista se veía como un edificio de oficinas, pero al entrar en el ascensor y ver marcado el nombre del piso no me sorprendió saber a qué se dedicaba este estúpido.

Era fácil entender la naturaleza de Steve sabiendo que era un chupasangre y calculador abogado.

El elevador abrió en el séptimo piso y me recibió en un pasillo donde pude notar las dos primeras puertas abiertas, una a la izquierda y la otra a la derecha, la siguiente a la izquierda estaba cerrada, la de la derecha estaba abierta y las últimas dos cerradas, el lugar estaba fresco pero no frío, el pasillo seguía en una vuelta en "L" o "U", desde mi posición no lo sabía, hacia la derecha; había un registro junto con una secretaria del lado izquierdo a un metro del elevador, ella era de cabello castaño, con un peinado a mi parecer complicado puesto que yo no sabía peinar más que la mísera coleta que me hacía para ir a la escuela, tenía un maquillaje que hacía ver su piel algo tostada, su rostro algo fino y sus rasgos muy bonitos, el color vino estaba en sus labios y el negro en sus ojos, tenía nariz aguileña, usaba lentes como "abuelita", probablemente para no mancharlos con rímel, se veía bonita pero pensar en estar maquillada como ella era incómodo.

Al lado de la vitrina que separaba a la señorita de mí había una placa, en ella estaban registrados los nombres de todos los abogados y el número de despacho, di un par de pasos para quedar frente a ella, busqué con cuidado y encontré como en ella decía "Sr. Steve Lanuing" su despacho era el once. El apellido de alguna forma me era familiar, eso no era normal en mí.

No esperaba venir a ver a un abogado, de hecho me pregunté si estaba vestida para ver uno, traía unos pantalones militares flojos, unos botines no precisamente de mujer y una blusa sin mangas, muy fresca y afeminada que me había comprado mi madre, mi cabello estaba recogido en una coleta procurando ni un cabello suelto debido al calor que hacía. La señorita me vio y se quedó un rato observando como vestía, me sonrió como quien le sonríe a una pequeña niña, el color subió un poco a mis mejillas, al final hablé.