Capítulo 25.

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Desperté con un dolor de cabeza terrible, me había enfermado a causa de la lluvia. 

El reloj marcaba las 7:35 am. Abro los ojos de golpe y me levanto en un santiamén de la cama. 

La escuela comienza en veinticinco minutos y aún estoy en cama. 

El dolor vuelve y me impide levantarme de la cama, siento una fatiga terrible y me recuesto de nuevo tapándome hasta la cabeza con mis cobijas. 

En menos de diez minutos mi mamá entra a la habitación con el ceño fruncido mirando hacia los lados hasta localizarme. 

Melissa, hija es tarde, ¿Acaso no piensas ir al colegio? ―Dijo acercándose a mí. Se sentó a un costado mío, me destapo despacio y colocó una mano en mi cabeza. ― ¡Por Dios Melissa, estas ardiendo en fiebre! ― 

Abrí la boca para hablar pero me dolía demasiado la garganta. Coloqué ambas manos en mi cuello por el dolor, mi madre lo vió y enseguida entendió. 

Iré por una pastilla, ni se te ocurra levantarte de la cama. ― Ordenó. 

Me hice bolita y abracé  mis rodillas con mis manos. 

Genial, ahora estaba enferma y todo por no cargar con un paraguas en la mochila. Supongo que tendré que aburrirme en casa mientras mejoro. 

Solté un bufido. 

Me pregunto si William se habrá enfermado al igual que yo, digo él también se había mojado ayer en el parque, ¿No? 

En mi mente viajaron los recuerdos de cuando estaba junto a él. Es muy gracioso y muy buena onda, no sé porque pensé que era malo en un principio. 

Después de un par de minutos mi mamá volvió con unas pastillas y un vaso con agua en la mano. Me extendió el vaso junto con una pastilla. Tragué la pastilla y bebí una poco del agua para después devolverle el vaso. Con su mano toco mi frente de nuevo. 

Llamaré a la escuela para avisarles que no iras hoy a clase. ―

Pero mamá, no quiero quedarme en casa. ― La miré suplicante. 

No irás a la escuela, punto final. ― Caminó hasta mi armario y sacó un par de calcetines de mi cajón. ― Ten, póntelos. ― Ordenó. 

Pero... 

Melissa... 

De acuerdo. ― Bufé con molestia. 

Odio quedarme en cama todo el día es muy aburrido pero no me queda de otra, tendré que estar en reposo. 

Mi mamá salió no sin antes darme una mirada de advertencia. Claro, como si fuera tirarme por la ventana. 

Tomé mi teléfono y empecé a jugar con uno de los juegos que había descargado, tal vez así podría distraerme un poco. 

Después de una hora, los ojos me pesaban y quedé profundamente dormida. 

[...] 

El ruido de un objeto cayendo al suelo me hizo despertar. Abrí mis ojos y lo primero que vi fue a un sujeto recogiendo lo que había tirado al suelo, me alarmé pensando que podía ser algún ladrón. 

Parpadeé varias veces y volví a mirar hasta donde él se encontraba. Estaba de espaldas así que no podía verme. 

Pero ahora no parecía un ladrón, si no Jos. 

¿Será él? Y si lo es, ¿Qué hace en mi habitación? 

¿Jos? ― Llamé lo suficientemente alto para que me escuchara pero sin lastimarme más la garganta. Mi voz sonaba más ronca que en la mañana. 

(EN EDICIÓN) Un Deseo » J.C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora