Capítulo 36.

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Jos y yo salimos de mi casa para dirigirnos hasta la supuesta casa de mi padre, vivía lejos por lo que tomamos un taxi.

Le entregué el papel donde mi madre había anotado la dirección y el taxista nos llevó hasta ahí. 

El taxi se detuvo frente a una enorme casa, hay que admitir que es bonita. 

Jos se encargó de pagarle al taxista, y después bajamos del taxi. 

Nos paramos frente a su puerta, y toqué el timbre una vez. Un hombre alto y de barba se posicionó frente a nosotros; mi padre. 

Melissa, hija.—Mi padre extendió los brazos para que lo abrazara pero en vez de eso me quede inmóvil en mi mismo lugar. 

Hola, papá. – Respondí seca. 

Bajo los brazos y se aclaró la garganta. Pasó la vista tras de mi, observando fijamente a Jos. 

¿Y quién es él? – Me preguntó, aún con la mirada hacia Jos. 

— José Miguel Canela, un gusto señor. — Contestó Jos extendiéndole la mano a mi padre.
Papá lo miro por unos segundos y luego dirigió la vista a la mano de Jos, seguidamente estrechándole en forma de saludo. 

Vengan, pasen, tomen asiento por favor.—Mi padre se hizo a un lado permitiéndonos la entrada a su hogar. Caminé y me senté en el primer sofá que vi. 

Jos se sentó a mi lado, mientras que mi padre se sentó frente a nosotros. 

¿Querías verme? — Articule después de unos instantes.
Tal vez estaba siendo demasiado fría con él, pero no podía evitar sentirme de otra forma. 

Si, quería verte, no sabes cuanto te extraño hija.—Miré hacia otro lado, ocultando las lágrimas que amenazaban con salir de nuevo. 
Sentí la mano de Jos juntó a la mía dándome un leve apretón. 

La puerta se abrió interrumpiendo el momento. 

Una mujer joven se asomó por la puerta, mi padre se levantó hasta a ella y la abrazó. 

¡Cariño! — Mi padre la beso. 

Sentí que mi estómago se estrujó y tenía aún más ganas de llorar. 

Llegaste justo a tiempo, así le podremos dar la noticia juntos.— 

 ¿Noticia? 

Pensé que ya le habías dicho. — La mujer susurró. 

— Estaba apunto de hacerlo.— Ambos caminaron hacia nosotros y se sentaron en el sillón de enfrente. 

Hola Melissa, me llamo Nidia. — Me sonrió. 

Hola.— Ambos se miraron y después me sonrieron. 

Bueno, queríamos darte una noticia. — Habló mi padre. — Tendrás un hermanito.

Sus sonrisas crecieron pero yo no podía sonreír. 

¿Un hermanito? Mi día estaba automáticamente arruinado. 

Dejaron de sonreír al darse cuenta de que no había reaccionado de la manera que ellos esperaban. 

Iré por café, ¿Gustan? — Mi padre hablo después de un largo silencio. 

Por supuesto.— Contestó Jos por ambos. 

Te ayudaré. — Nidia habló siguiendo a mi padre. 

Melissa. — Me llamo Jos. — ¿No crees que estas siendo muy dura con tu padre? Digo, sé que se equivocó pero míralo, ahora es feliz ¿No te alegra verlo así?— 

No lo sé Jos, todo esto me confunde, sigo sin analizar el divorcio y ahora me dicen que tendré un hermano, ¿Cómo esperas que reaccione?— 

Tal vez el problema es que sigues mirando hacia atrás, sigues sin perdonarlo. — Jos tomó mi mano. — Melissa, es víspera de Navidad ¿No crees que deberías darle una segunda oportunidad?— 

Tal vez esto no sea tan malo después de todo. 

Tal vez Jos tiene razón. Ahora mi padre es feliz, aunque me cueste admitirlo. 

Tal vez es tiempo de darle una oportunidad, a él y a su nueva familia. 

Suspiré. 

Si, eso creo. — Me encogí de hombros. 

Ambos nos dirigimos hacia la cocina de mi padre. 

Él nos miro extrañado, pero de igual manera nos sonrió.

 Le di un fuerte abrazó, el que fue correspondido instantáneamente. 

Había que admitir que echaba de menos sus abrazos. 

Depósito un beso en mi frente y se desprendió del gran abrazo. 

¿Estas bien?, digo ¿estas bien con la noticia?— Asentí. 

Estoy feliz por ti.—Mi padre me sonrió de nuevo. 

— No sabes cuánto me alegra escuchar eso de ti, te quiero.— 

Y yo a ti.— 

Jos y Nidia miraban conmovidos la escena. Al parecer ya estaba bien con mi padre, lo cual me alegraba mucho. 

¿Café? — Asentí tomando la taza navideña de manos de mi padre. Jos se acercó a mi plantando un beso en mi mejilla. 

Fue muy lindo lo que hiciste por tu padre.— 

Gracias, sin ti no lo hubiera logrado.— 

 Mi padre se aclaró la garganta. 

Ambos lo miramos y nos hizo una seña de que nos vigilaba, lo cual nos hizo reír mucho. 

La mañana y parte de la tarde continuo increíblemente bien. 

Mi padre convivió mucho con Jos, y al parecer se había ganado su confianza. Aunque por una extraña razón él piensa que somos novios, pero ninguno de los dos aclaramos lo contrario. 

En cuanto a mi, me pase un muy buen rato hablando con Nidia, no era tan mala como realmente pensé, me lleve súper bien con ella, es genial. 

Melissa, ven. — Llamó mi padre desde el otro lado de la sala. 

Caminé directo a él. Me hizo una seña de que lo siguiera, e hice exactamente eso. 

Caminamos hasta una habitación, que al parecer era su dormitorio. 

La cama estaba tendida, y todo estaba en orden y muy limpio. 

El aroma de su perfume lleno por completo mis pulmones. Me encantaba la colonia que usaba, era exquisita. 

Mi padre caminó hasta su armario y de ahí sacó una cajita. 

Me hizo una seña para que me sentara a su lado, así que me acerque a él. Me tendió la pequeña cajita, y la tome con amabas manos. 

¿Qué es?— 

Ábrelo.— Rompí con delicadeza la envoltura descubriendo por completo la cajita de cartón.

La abrí encontrándome con una esfera de cristal, pero no cualquiera, en su interior habían una figuras, una niña y un hombre abrazados; mi padre y yo. 

Agité la esfera provocando que diminutas bolitas blancas revolotearán por toda la esfera.
Era un regalo muy hermoso. 

Cuando la vi pensé inmediatamente en nosotros, así que no dudé más y la compré.— 

Es muy linda, gracias.— Admiré una vez más la esfera para dirigir mi vista hacia mi padre. 

Feliz Navidad Melissa.— Sentí sus brazos alrededor por lo que le correspondí inmediatamente sintiendo una lágrima caer por mi mejilla. 

Feliz Navidad papá. 

(EN EDICIÓN) Un Deseo » J.C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora