Capítulo 35.

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Diciembre, sin duda mi mes favorito del año. 

Las luces al rededor de toda la ciudad.

¡Chocolate caliente! 

El frío, brrr. 

Suéteres cálidos. 

¡Mucho chocolate caliente! 

Más frío. 

Estar en cama todo el día, (cuando mi mamá no se da cuenta). 

Muchos abrazos por parte de Jos. 

Pero lo que más amo de diciembre, sin duda es la Navidad. 

Regalos, alegría y sonrisas. 

Y estábamos a tres días de la Navidad. 

Baje con emoción las escaleras, cuidando no tropezarme al correr por ellas, que por suerte no ocurrió. 

Mi tía y mi madre se encontraban sentadas en los sillones de la sala con una taza de chocolate caliente cada una en la mano. Me acerque a ellas y las saludé. 

Hay chocolate caliente en la cocina. — Mi madre dijo leyendo mis pensamientos. 

Asentí y corrí hasta la cocina, cual niña emocionada por abrir sus regalos. 

¿Qué les puedo decir? ¡Amo el chocolate caliente! 

Tomé mi taza preferida, tenía un reno en ella y al rededor frases navideñas, sólo la usaba para estas épocas y la amaba. 

Llené hasta el tope la taza con chocolate. 

Caminé hacia los estantes y saqué una bolsa con mini bombones dentro, la abrí y arrojé unos cuantos en mi taza. 

Amo la combinación de los bombones con chocolate ¡es exquisita! 

Con delicadeza camine de nuevo a la sala y me senté juntó a mi madre. 

¿Ya hablaste con ella? — Murmuro mi tía lo más bajo posible para que no escuchara, aunque su intento claramente había fallado. 

Shhh, no aún no.— 

¿Y qué estas esperando mujer? Habla.— 

Bebí un sorbo de mi chocolate y me limpie los pequeños bigotes que se habían formado a causa de la espuma del chocolate. 

¿Decirme qué? — Pregunte confundida. 

Mi madre volteó a verme y dejo su taza en la mesita frente a nosotras. 

Melissa, tu padre quiere que pases el día con él y su nueva familia.— Tragué saliva tratando de controlarme. 

No iré.— 

Melissa, por favor, es tu padre.— 

No dije nada, tome otro sorbo de chocolate pero más largo de lo normal. 

Hablar de mi padre me ponía de mal humor, me molestaba demasiado que nos haya dejado por otra mujer ¿Qué no le bastaba tenernos a nosotros? 

Mi mamá resoplo dándose por vencida, sabía que aunque me insistiera no cambiaría de opinión. 

Tomó su celular y se entretuvo con el por un buen rato. 

Después de quince minutos, dos tazas más de chocolate caliente y treinta y cinco bombones más, el timbre de la casa sonó.

Mi mamá fue quien atendió esta vez. 

La cabellera de Jos se asomó tras de ella. Luce muy lindo con su suéter negro, y su cabello despeinado. Pero qué estoy diciendo, el siempre luce perfecto. 

(EN EDICIÓN) Un Deseo » J.C.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora