Ezra Benjamín West tiene dieciocho años y una vida considerada ordinaria para muchos de los que lo rodean. Hasta que una noche de sábado conoce al apuesto Alexander Lightwood, un muchacho que jura que al igual que él, Ezra es parte de un mundo sobre...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
UN PASO ADELANTE ▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
El rostro de Nora West, ahora también conocida como Eliza Rosewain, palideció rotundamente volviéndose tan blanco como una hoja de papel. Ezra observó como lo recorría con la mirada. Hacía ocho años de la última vez que le vio en físico, Nora la puso a dormir y cuando Ezra despertó al día siguiente, mamá se había marchado sin mirar atrás, sin explicaciones o una carta de despedida. Ahora estaba allí frente a él, con el cabello más opaco y el rostro cubierto en marcas que el tiempo pintó sobre su piel. Se veía agotada.
—¿Cómo has estado? —preguntó Nora, casi en un susurro. Lo miró a los ojos y pestañeó haciendo a un lado las lágrimas cristalinas que se acumulaban de a poco en el cuenco de sus ojos.
—¿Por qué estás aquí? —cuestionó Ezra, tieso como una roca. Si bien se pasó los días clamando por respuestas, ahora que las respuestas estaban servidas gracias a la aparición de su madre, no quería saber nada. Ni siquiera podía mirarla—. Si el motivo por el que estás aquí no es decir la verdad, entonces creo que deberías irte porque no siento el ánimo de hablar contigo.
Miró de soslayo a Jace, su hermano de sangre, quien yacía inmóvil como una pintura. El cabello dorado le caía sobre la frente como una cortina de lluvia sedosa y tenía los ojos más claros de lo usual. Se preguntó si Eliza lo reconocería, o si incluso preguntaría por él.
—Ezra —dijo su madre, su voz sonando como una advertencia, como si no debiera hablarle así.
—No —negó—. No puedes usar ese tono conmigo, no tienes el derecho ni la autoridad de exigir respeto. ¡Me mentiste, me abandonaste.... te borraste de mi vida y me dejaste solo!
Eliza desvió la mirada, ocultando el efecto devastador que las palabras de su hijo dejaron en ella. Entonces, vio a Jace y algo fue diferente. Lo había reconocido.
—¿Quién eres tú?
Jace contuvo la respiración por unos segundos y cuando expulsó el aire casi se echa a reír del nerviosismo.
—Soy... Soy amigo de Ezra —dijo, escogiendo las palabras de manera cuidadosa. Ezra asumió que tal vez no quería que Eliza lo reconociera—. Jace Lightwood.
—¿Lightwood? ¿Eres hijo de Robert y Maryse Lightwood? —reflexionó en un susurro que llegó hasta el oído de ambos.
Ezra no pudo escuchar más. Bloqueó la audición y comenzó a caminar lejos de su madre y lejos de toda la verdad. Siempre quiso saber su origen, o el descomunal motivo por el cual alguien abandonaría a un niño de diez años. Ahora no podía soportar la verdad.
—¿Sabías que vendría a Nueva York? —Jace preguntó caminando por detrás de él, ya una manzana de distancia de Eliza Rosewain.
—Nunca supe donde estuvo todo este tiempo ¿Qué te hace pensar que sabía que vendría?
