Capítulo veintiuno

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CONFIANZA: CERO▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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CONFIANZA: CERO
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Se repasó los brazos con las manos, frotando la piel bajo la tela del suéter de lana y eso tampoco fue eficiente ante el clima frío que se presentaba. A decir verdad, no le importaba mucho. Le daba pereza ir por algo de abrigo y tampoco tenía muchas de entrar después del daño que le causó a Alec, así que el frío que sentía en ese momento, que dolía, era más bien un castigo por su irresponsabilidad.

El cielo nocturno, desnudo y ya oscuro, cubierto de estrellas, acaparaba toda su atención. Recordó su infancia, cuando pasaba las noches en vela observando las estrellas desde la ventana de su habitación. Siempre fue un aficionado de la astronomía, pues decía que aunque haya teorías y cientos de libros escritos sobre el espacio y las constelaciones, para Ezra seguía siendo un universo tan extenso como misterioso. Perdió el hábito cuando en lugar de pensar en estrellas, comenzó a pensar en muchachos. Después del día complicado que tuvo, el árbol en la parte trasera de la casa de Magnus fue sin duda su escalera de regreso al cielo.

—Pensé que no te encontraría más —escuchó una voz y esta vez no le hizo falta voltear o adivinar para saber que era Kaleem. Los últimos días lo escuchó hablar tanto que le era imposible no reconocer su acento británico—. Traje una manta, se que la necesitas, está helando aquí afuera.

—Gracias —sonrió Ezra. Una sonrisa amarga surcó su boca y, de repente, reaccionó—. ¿Está todo bien? Quiero decir, ¿todavía no ha despertado?

Él negó, mientras se acomodaba a su lado y lo ayudaba a cubrirse con la manta.

—No deberías preocuparte, fue una herida superficial, algo minúscula a lo que podría haber sido si le dabas unos centímetros más a la izquierda —dijo, y como si recordara algo, sonrió—. Una vez hice algo como lo que tú hiciste hoy. Tengo una amiga en Los Ángeles, Helen, me asustó por la espalda mientras entrenaba en la playa. Con suerte solo le corté una de las trenzas y no el cuello.

—Gracias por el tip —reconoció Ezra, golpeándolo amistosamente con el hombro—. Espero ahora controles tus reacciones porque si alguna vez me tocas un solo mechón de cabello, practicaré contigo mi puntería y no quiero alardear, pero soy bastante bueno con el arco y una flecha —bromeó.

—Hagamos un trato, yo controlo mis reacciones si tú también lo haces.

Ambos rieron.

Un objeto metálico brilló en la noche y bastó mirar las manos de Kaleem para que Ezra viera un anillo de plata con una C impresa en el centro y otros detalles que omitió ante la oscuridad.

—Lindo anillo.

Los ojos del muchacho a su lado brillaron cargados de emoción.

—Es el anillo de mi familia —dijo, arrancándoselo del dedo para que lo pudiera ver mejor—. C de Carstairs, por supuesto, y las almenas de un castillo que es el símbolo que nos representa. Es una reliquia.

Warrior | Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora