Capítulo cincuenta y dos

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LA MALDICIÓN HERONDALE▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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LA MALDICIÓN HERONDALE
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El Gard era un completo caos. Los Cazadores de Sombras seguían consternados luego de que Matthias apareciera en la Cámara y amenazara con matar a la Cónsul Penhallow. Ya nadie encontraba seguridad en Idris, no con los Oscurecidos presentándose en las reuniones y Jonathan haciendo visitas sociales. Los malos controlaban la situación e iban a kilómetros por delante de los nefilim.

Ezra no quería saber más nada. Deseaba escapar del mundo y encerrarse en su burbuja de ignorancia que era su vida pasada. Aunque eso era imposible. Estaba preocupado y totalmente agotado de vivir en una lucha diaria. Lo que tienes es lo que escogiste, le recordó su voz interior. Pudo haber huido mucho tiempo atrás, y eligió no hacerlo.

Lanzando un suspiro pesado al aire, descansó la espalda sobre el respaldo del sillón y acomodó a William en sus piernas frente a él. El niño estaba los brazos por sobre su cabeza y jugueteaba con el cabello de Ezra. Un nuevo descubrimiento, estaba loco por su cabello, enredando los dedos en él y tironeado haciéndolo llenar de muecas. Su dulzura e inocencia lograron calmarlo y distraerlo del mundo horrible en que el muy pobre debía vivir.

—¿Puedes decir Eeezzzrrraaaa? —dijo y William lo miró con sus enormes ojos azules sin entender una sola palabra. Sus ojos parecían ser una combinación de los ojos azules de Ezra y los ojos color miel de Kaleem que añadían un tono más cálido—. ¿Tú qué piensas, soy tu padre? Yo creo que te pareces un poco a Kaleem —le acarició el cabello, tan suave como la seda. Por minúscula que haya sido esa acción, le causó una sensación increíble—. ¿Sabes qué? Lo seas o no, voy a quererte igual y tendrás que vivir con eso.

Alguien llamó a la puerta y Ezra desvió su atención hacia la entrada de la habitación para encontrar a un chico, que desconocía, observar desde la puerta. No tendría veinte años, era alto y delgado, de espalda ancha y cabello negro, con un mechón blanco que acaparaba toda la atención. No pudo evitar notar que las runas en su rostro no eran ordinarias a las que todos llevaban en la piel.

—Mis disculpas, no era mi intención molestarte —se disculpó y un acento británico diferente al de Kaleem brotó de sus labios. Guapo, consideró Ezra en la privacidad de su mente.

—No hay problema —respondió, encogiéndose de hombros. Después de todo, el Gard era un lugar apto para todo público, menos para William versión madura que fue expulsado hasta nuevo aviso—. Bienvenido a la habitación de la desgracia, por tu propia seguridad recomendaría que te alejes de mí porque voy acompañado de una maldición.

—¿Hablas del niño? —indagó el desconocido.

—Oh, no. Hablo de mí.

El muchacho reprimió una sonrisa, mas algo se agolpó en sus ojos.

—Entonces es de familia.

—¿Disculpa? —indagó Ezra, distraído con las manos de William que querían arrancarle el pelo. Cuando lo volvió a mirar, el muchacho de cabello negro se había acercado un poco más. Mantenía la postura rígida y elegante, y las manos en la espalda, algo que hizo que considerara que esa persona era más grande de lo que pensaba—. No te he escuchado.

Warrior | Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora