Capítulo cuarenta y tres

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LOS HERMANOS SEAN UNIDOS▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

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LOS HERMANOS SEAN UNIDOS
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Vagó por Nueva York sin un destino en particular, incluso cruzó a pie el puente desde Manhattan hasta Brooklyn para ir donde se hallaba ahora. Mientras se acercaba, inspeccionó la casa, un lugar muy común para un brujo tan extravagante como su querido amigo, que si quisiera podría tener un lugar mucho más grande y lujoso. Nervioso, jugó con el anillo de plata que llevaba en el dedo anular de la mano derecha, haciéndolo girar sobre su órbita y lo detuvo cuando su dedo sintió la letra C, correspondiente a Carstairs.

Si algo conocía de su familia era que siempre se mantenía al margen de los problemas ajenos. Eran reservados y vistos con buenos ojos por su fiel lealtad a la Clave. Pero Kaleem siempre se consideró diferente. No podía cerrar la boca o quedarse de brazos cruzados e ignorar los problemas y estaba seguro que sus antepasados comprenderían si les dijera que iría hasta el mismísimo infierno si de salvar la vida de un Herondale se tratase.

—¿Sabes si Magnus se encuentra en casa?

La pregunta lo pilló desprevenido y volteó, asombrándose de encontrar la presencia de Alexander Lightwood. A simple vista podía decir que se veía destruido, muy pálido y con ojeras que resaltaba sus ojos azules. Para cualquier persona ajena a ellos pasaría por alguien que sufre de una terrible enfermedad, pero Kaleem sabía que el mal aspecto se debía a la pérdida por la que estaba atravesando. Primero Jace y ahora, desde hacía dos días, Ezra.

—No lo sé, acabo de llegar y no he llamado a la puerta.

En silencio, subieron la escalera de entrada y cuando Kaleem levantó el brazo para llamar, la puerta se abrió de golpe y el delgado y alto Magnus Bane apareció por ella.

—Hogar de San Magnus para los Cazadores de Sombras descarriados —musitó haciéndose a un lado, permitiendo el paso de los recién llegados—. Límpiense los pies en la alfombra —indicó y les dio la espalda regresando al interior.

Kaleem suspiró, y seguido de quitarse el exceso de nieve y tierra de los zapatos, entró con Alexander pisándole los talones. Siguieron a Magnus por el pasillo y desembocaron en la sala de estar donde se encontraron con que el brujo no estaba solo, William estaba con él.

No lo había visto desde aquella tarde cuando Ezra los sorprendió peleando.

—Y bien... ¿A qué se debe su presencia en mi palacio a estas horas de la mañana? —quiso saber. Chasqueó los dedos haciendo aparecer cuatro tazas sobre la pequeña mesa del centro—. ¿Café?

—No, gracias —dijeron Kaleem y William al unísono e intercambiaron una mirada de disgusto.

—Eh... Magnus ¿Dónde puedo encontrar a Daphne? —preguntó Alec, sin siquiera notar la tensión que se creó en el ambiente.

—En su habitación, descansando. Tuve que ponerla a dormir bajo un hechizo, no ha dormido mucho estos últimos días así que no voy a molestarla por inconvenientes menores. ¿Puedo saber para qué la necesitas?

Warrior | Alec LightwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora