Capítulo 17.|La perdición de ambos.

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Aaron.

Aceleré por el camino perdiéndome entre las esquinas. Yo aún no podía creer que la había vuelto a besar una vez más y ella me volvió a corresponder. Y yo, Aaron Walter, he besado a muchas chicas en toda mi vida, pero nunca ninguna me había hecho sentir de la manera en la que Leah lo hizo, es que aún siento sus labios sobre los míos. El de anoche fue un beso totalmente salvaje, era como si los dos lo hubiéramos deseado desde hacía mucho y nos estábamos quitando las ganas de un tirón. En cambio el de hoy, fue simplemente un beso tierno, sin mover tanto los labios y sólo quedarse ahí, sintiendo la cercanía del otro.

Sea como sea, no dejó de ser especial.

¿Especial? Sí, por primera vez en mi vida estaba diciendo que un beso con una mujer fue especial. Y es que yo había fantaseado con besarla, hasta me había imaginado muchas veces como se sentiría hacerlo, pero mi imaginación fue muy pobre soñándolo, porque fue mucho mejor la realidad. Es una locura, pero en estos momentos siento como si esa chica hubiera sido puesta en mi camino con alguna misión en particular. Sí, es estúpido pensar eso, pero es que ella me hace pensar cosas sin coherencia la mayor parte del tiempo.

Estacioné en el taller y caminé hacia sus instalaciones. Me encontraba raramente feliz, y esa alegría tenía unos labios dulces y un apodo muy peculiar; Chaparrita. Entré silbando y los trabajadores me miraban como si me hubieran crecido dos cabezas.

¿Qué acaso es un crimen estar feliz?

—Míralo a él, tan contento y con esa sonrisa que acapara todo el lugar—vocifera Jared haciéndome rodar los ojos.

—No me molesten, estoy demasiado contento para que lo arruinen con sus comentarios.

—Yo no he dicho nada—se defiende Matt levantando las manos.

Fui directo a buscar mi ropa de trabajo para iniciar el día. El fuerte dolor que me está matando desde ayer vuelve a darme punzadas y me quejo de lo fuerte que es. Eso debe ser señal de que te estás poniendo viejo Aaron y necesitas unas horas extras en el gimnasio.

Comienzo a trabajar y vuelvo a olvidarme del dolor fastidioso toda la tarde. Los gemelos se han pasado todo el día haciendo cuentos para nada chistosos. Jared no ha parado de hablar sobre Lexie y lo enganchado que está con ella, dice que esa malcriada malhumorada le gusta muchísimo, y Matt no deja de mirarme con esa cara de Te conozco Walter y yo lo ignoro, pensar en Leah es demasiado evidente.

Matt se acerca a mí cuando los demás chicos salieron del lugar. Se detuvo a mi lado y comenzó a silbar como un tonto.

—¿Ya besaste a la Chaparrita?

Me golpeé la cabeza saliendo debajo del auto por la impresión de lo que acababa de decir Matt. ¿Cómo es que me conoce tanto? Ah claro, si el pendejo es mi mejor amigo.

Fruncí el ceño y me hice el desentendido.

—¿Estás loco, Matt? Siempre dices unas cosas.

Él rió sin creer mi actitud.

—Por favor Aaron, conozco todas tus manías, si fuéramos gays, seríamos la pareja perfecta—dice haciéndome reír—. A ver Halcón, ¿qué tal fue? Me imagino que demasiado bueno, porque para tener esa cara de alegría como la que traes, mínimo te metió la lengua hasta la garganta.

Lo golpeé en el estómago fuertemente.

—No hables así de ella.

Matt levantó las manos pidiendo disculpas.

—Perdón, quise decir que te besó lentamente haciéndote delirar.

Lo volví a golpear porque no deja de ser un idiota con sus comentarios que por más que no quiera celebrarle, me divierten.

Mi Perdición #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora