Capítulo 40. |Mi preciosa perdición.

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Aaron.

Siempre había sabido que nada bueno podía salir de mí hasta que conocí a Leah y todo lo malo se transformó en bueno cuando estoy a su lado. Ella es esa pieza esencial en mi vida, y arruiné todo por ser un cabrón con la única persona que no se lo merece.

Conduje hasta llegar al taller, Matt se ha cansado de llamarme y he ignorado cada una de sus llamadas. Estaciono a Gigi y entro al taller donde veo que todo está en su lugar y cada quien está concentrado en su trabajo. Me quito la chaqueta y subo las escaleras para tomar mi lugar. Matt tiene unos papeles en mano y cuando me ve me mira de mala manera.

—Sé que eres el jefe y por ende no debo molestarte, pero esto no te lo digo como tu empleado, si no como tu amigo. Aaron, estás descuidando mucho el trabajo y cuando tu padre te pida cuentas no sé que le dirás.

Suspiré y reprimí los ojos para que no se atrevieran a volverse agua. No me encuentro nada bien, y me estoy dando cuenta que cuando se trata de la Chaparra soy el hombre más débil del mundo.

—No pasa nada Matt, ya estoy aquí y me pondré al día, no te ahogues en un vaso de agua.

Tomé los papeles que él tenía en mano y fingí leer de que se trataba para ocultar mi dolor.

—El que se está ahogando en un vaso de agua eres tu Aaron, y se nota que no estás nada bien. ¿Sucede algo?—me pregunta preocupado.

Paso mis manos nerviosas por mi rostro sin voltear a ver a mi amigo.

—No me pasa nada Matthew. Vete y déjame trabajar.

—¿Es Leah? ¿Aún están peleados?—vuelve e insiste.

—¡Ya te dije que no es nada! ¡Vete maldita sea, déjame solo!—solté en un ataque de furia.

Matt se sorprendió bastante y sin decir nada se marchó dejándome solo. Maldita sea, voy a enloquecer. Tiro los papeles a un lado e intento concentrarme en la reparación del auto pero nada ayuda, no logro sacarme de la cabeza a Leah y su idea de terminar.

¿Por qué mierda a la gente le gusta enamorarse? Esto es verdaderamente un asco, se siente horrible cuando nada te sale bien.

Pasaron las horas y al parecer Matt le aconsejó a los demás empleados que yo hoy no estaba de humor, porque ni siquiera volteaban a verme por mucho tiempo. Entré al baño del taller y lavé mi rostro unas cuantas veces para ver si este estrés y mal humor se me quitaba. Me miré al espejo por unos segundos y me di cuenta que desde que estoy con Leah, ya no soy el mismo. El mismo Aaron gruñón y odioso que solo era amable con sus amigos. El asesino que mata a personas sin compasión, ese que nada le importaba y ahora le importa todo. Y es que la falta de Leah me está volviendo a ser un ogro de mierda.

Tomé mi celular y marqué su número. Necesitaba escuchar su voz y por lo menos asegurarme de que todavía no la he perdido por completo.

Al tercer tono contestó.

—Aaron—respondió así sin más.

Miré al techo soltando un suspiro al escucharla.

—Chaparra—tragué fuerte—. Sé que prometí darte tu espacio y te prometo que lo haré, es solo que quería saber como estabas.

Mi Perdición #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora