Real Wild Child

Chapter 8: Love will tear us apart

El segundero del reloj golpeaba los tímpanos de Kyuhyun, sacándole de quicio. Parecía como si aquel artefacto infernal se burlase de su espera. Y no es para menos, ya que estaba esperando a que Henry llamase en cualquier momento a su puerta, probablemente fingiendo que nada había cambiado. Odiaba su falsedad, o tal vez sólo fuese inocencia: de cualquier modo, no quería enfrentarse a ello, no ahora. Comenzó a mordisquear sus uñas tratando de canalizar inútilmente sus nervios. ¿Y si el destrozo del local lo había hecho Henry? No era posible que él sólo pudiese haber hecho semejante estropicio. Como si le hubieran invocado, el encargado de atormentar sus pensamientos había llamado a la puerta. Contó hasta diez tratando de regular su respiración, ignorando los insistentes pitidos que le anunciaban la llegada de Henry. Justo cuando iba a abrir aquel pesado trozo de madera que los separaba, comenzó a sonar su móvil. Aferrándose a esa señal del destino, se abalanzó hacia su celular, comprobando que se trataba de un mensaje de un número desconocido.

"Ególatra, mueve tu culo hasta el local de ensayo. Ya puedes morderte la lengua porque Jungsoo no está de buen humor. Y tráete cervezas, mi guitarra necesita combustible"

Gruñó molesto. No sabía cómo Sungmin había conseguido su número de teléfono, pero eso no importaba: odiaba su manía de darle órdenes y hablarle como si fuese su criado. ¿Quién se creía que era para llegar al grupo imponiéndose con esos aires de rockstar atormentado? No tuvo tiempo de recrearse demasiado en esa rabia ya que el timbre volvió a sonar con insistencia. Sabía que no podía alargar más esa situación, era ridículo fingir que no estaba en casa cuando probablemente Henry hubiese escuchado su teléfono. Al otro lado de la puerta, un impaciente Henry tamborileaba sus dedos en el marco de la puerta. Cuando Kyuhyun abrió, no pudo evitar esbozar una radiante sonrisa, dándole un fuerte abrazo que no fue correspondido por el dueño de la casa.

-Te he echado de menos, Kyu- trató de besarle, pero este lo esquivó. Hizo caso omiso de esa negativa, entrando al apartamento que tan bien conocía.- Temía que hubieses cambiado de residencia, el centro no quería facilitarme tus datos.

-Mis datos se los di a tu psiquiatra sólo para que me avisase en caso de urgencia, al fin y al cabo no tienes a nadie en Corea a parte de mí- se dejó caer en uno de sus sillones, evitando encontrarse con la persistente mirada del menor.

-¿No me vas a preguntar cómo estoy?- en sus ojos se podía leer un brillo de esperanza.

-Si estás aquí es porque han considerado que estás rehabilitado, ¿no? No tiene sentido preguntar tal obviedad- se sentía miserable por hablarle así de esquivo, pero no encontraba otra forma de expresarse con él. Veía cómo trataba de seguir sonriente a pesar de sus malos modos, haciéndole más difícil aguantar esa máscara de indiferencia. No podía admitir en voz alta que cada día había llamado al centro durante los dos años que había estado interno, eso sería alimentar las fantasías del menor. Se preocupaba por él como un hermano mayor, pero ya no quedaba ni rastro de amor romántico, más bien le producía rencor y rechazo.

-No has venido a verme.

-No me permitían visitarte, lo sabes de sobra- suspiró, sabía que se tenía que enfrentar a los reclamos de su ex pareja, pero no le apetecía en absoluto- ¿Por cuánto tiempo piensas quedarte en Corea?- trató de llevar a la conversación por otro lado antes de que comenzase uno de sus berrinches.

-¿A dónde quieres que vaya, Kyu? Mi hogar está aquí, contigo- dijo acariciando la cara del cantante con ambas manos, siendo apartado con brusquedad.

-No me vuelvas a tocar, ¿entendido? Te he dejado más que claro que no somos nada, así que olvídate de mí. Me alegro de que te hayas recuperado pero aquí no pintas nada.