Chapter 16: Bang Bang

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Sé que no es un capítulo largo el que os traigo pero prefería daros un poquito de lectura a estar más tiempo sin actualizar. Además, quería hacer algo especial por el cumpleaños de KangIn y, un poco tarde, pero aquí os traigo un capítulo narrando su historia. A diferencia que los capítulos donde Leeteuk y Heechul contaban su historia, esta no está narrada en primera persona.

*Anaconda: hace referencia uno de los revólveres más populares ya que no tiene retrocesos ni fallos, es ligero y cualquiera puede usarla

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KangIn observó taciturno su cigarrillo, humeante como una pistola recién disparada. Había estado dándole vueltas a la idea de hasta dónde sería capaz de llegar por un poco de venganza. No podía mirarse en el espejo sin que una mueca burlona apareciese en sus labios; no era ni la sombra de lo que fue en el pasado. La Kkangpae no era más que una leyenda, su imperio hecho cenizas y él simplemente seguía interpretando el papel que le había tocado actuar. A pesar de la evidente inexistencia de la mafia, su salida de la prisión había hecho cundir el pánico por Seúl. Aquellos que le debían dinero probablemente estarían rezando para no ser encontrados, los proxenetas temerosos de que sus burdeles volviesen a ser dominio de la mafia, sus ex socios contando los días hasta que recibiesen un balazo certero. Y si había alguien que tenía motivos de sobra para estar acojonado era Jungsoo: no sólo había traicionado al jefe de la mafia sino que le había destrozado el corazón. Sin embargo KangIn aún no había reunido el valor suficiente para ponerse frente a él y cobrarse la deuda con su vida. Había rencor, eso era innegable, pero ni siquiera él era tan ruin como para que no le temblase el pulso a la hora de disparar al que fue el amor de su vida. Él no era como su padre, despiadado y sin escrúpulos, capaz de cualquier cosa por un puñado de billetes. Definitivamente él no era su padre, quien mató sin miramientos a su esposa por un malentendido.


"Son tiempos oscuros, hijo, o matas o te matan"

Esa frase la había escuchado tantas veces a lo largo de su infancia que la tenía tatuada en la mente. Fue especialmente repetitiva cuando la crisis del '97 azotó el continente asiático, debilitando el won y llevando a la quiebra a innumerables corporaciones coreanas. Quizás fuese porque su mente se había encargado de borrar todo recuerdo previo a aquellos años o porque no tenía la madurez necesaria para entender la realidad, pero KangIn conservaba la sensación de que su padre era un hombre respetable hasta ese momento. Sin embargo, ya en la pubertad comenzó a notar que aquellas imágenes sanguinolentas que las tenía por pesadillas, eran en realidad recuerdos que había tratado de bloquear. Su padre no era el héroe al que había admirado durante años, sino una persona a la que no debías cabrear a menos que deseases la muerte.

La bolsa cayó un 4% el 07 de Noviembre de 1997; para finales de Noviembre había caído un 7'2%, sumiendo al país en una crisis que lo llevó a tener una Deuda Pública del 30%. Los magnates de grandes conglomerados, fatigados por no poder competir con las empresas internacionales, recurrieron a préstamos no rentables con los que la mafia se hizo de oro. La fortuna y el poder de la Kkangpae crecieron desorbitadamente, a la misma vez que aquellos que no podían devolverle el préstamo acababan asesinados o se suicidaban por la desesperación. A Youngwoon cada vez se le hacía más difícil mirar hacia otro lado e ignorar lo crímenes de su padre. Además, éste creía que el pequeño ya tenía la edad necesaria para aprender el oficio y convertirse en un digno sucesor de la banda criminal. Contaba con unos escasos trece años pero era obligado a presenciar las deudas que se cobraba su progenitor. Los castigos oscilaban entre torturas varias, como roturas de dedos o quemaduras de segundo grado, hasta la muerte.

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