Chapter 9: Are you gonna go my way?

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*Flashback*

Centro Penitenciario de Seúl, 10 a.m.

Jungsoo observaba la puerta de aquella cárcel dejado caer en el volante de su auto. Había ido allí dispuesto a desestimar la opción de que KangIn anduviese detrás de todas las desgracias recientes. La radio sonaba de fondo anunciando lluvias para los próximos días, aunque él no le prestaba atención. Ir a ese centro le había supuesto reunir todo su valor para enfrentarse a Youngwoon. No estaba seguro de si le dejarían hablar con él, pero debía intentarlo, necesitaba que su conciencia durmiese tranquila. No le había contado a nadie que iría, sabía que tratarían de impedírselo; pero, ¿qué debía hacer? ¿Quedarse de brazos cruzados viendo cómo machacaban su sueño y el de sus amigos? Abrió la guantera y sacó un bote de tranquilizantes, tragándose una sin agua. Debía enfrentarse a ello y debía de hacerlo sólo. Se colocó las gafas de sol para que sus pupilas dilatas por el miedo no le delatasen, y salió del coche con falsa seguridad. Con cada paso que daba tenía que ignorar el temblor de sus piernas, obligándose a sí mismo a caminar hacia la puerta que le daría las respuestas que necesitaba. Seguramente no le dejarían hablar con Youngwoon ya que no le tendría puesto en las visitas, pero con hablar con el Oficial correccional o con el Subdirector de la penitenciaría se daría por satisfecho. No sabía si debía concertar una cita previa para hablar con alguno de ellos o podría hacerlo en el momento, pero no podía dejarlo pasar ni un día más. Dejo sus escasas pertenencias al guardia y pasó por el detector de metales. Por un momento recordó el sudor frío que le recorría la espalda cada vez que transportaba la mercancía de KangIn y se cruzaba con algún policía. A pesar de que había dejado la mala vida, aún sentía la adrenalina correr por sus venas, sintiéndose como un criminal. Sabía que tenía tanta culpa como su ex, que debería de estar pudriéndose entre rejas en vez de ser el que visita; pero le traicionó, y eso es algo que en su fuero interno jamás se perdonaría. Porque con todo lo vivido juntos, bueno y malo, él había amado al narco más peligroso de Corea y podía decir con toda seguridad que había sido correspondido. Porque en la calle eran el terror de muchos, pero en la intimidad sólo eran una pareja de veinteañeros enamorados que habían tomado malas decisiones en sus vidas. Con la impertinente nostalgia taladrando su cerebro, se dirigió al agente más cercano. Una duda le carcomía por dentro: ¿cómo miras a la persona que más has querido después de traicionarla? Estaba a escasos minutos de disipar esa incertidumbre.

-Venía a visitar a un recluso

-¿Nombre del recluso?

-Kim Youngwoon

El oficial lo miró con desconfianza, incomodando a Leeteuk.

-Espere un momento, voy a hablar con mi superior.

Lo dejó en medio del blanquecino pasillo, con los nervios a flor de piel y con miedo a irse sin haber hablado con Youngwoon. Necesitaba respuestas, o al menos una tregua, y para ello tenían que hablar. Lo había pospuesto durante tres años, no podía seguir alargando esa situación. El agente volvió con un señor de mediana edad y cabellera canosa, que le tendió la mano.

-Song Ji Seok, jefe del centro penitenciario de Seúl- Leeteuk le estrechó la mano con educación- Me parece que llegas un poco tarde para las visitas, ¿no cree?

-No sabía el horario de visitas, puedo volver en otro momento.

-No me refería a eso, señor...

-Jungsoo, Park Jungsoo.

-Señor Park, hace unas semanas el señor Kim fue puesto en libertad condicional- un fuerte pitido en los oídos y la vista se le tornó difusa hasta dejar de estar consciente. Cuando volvió a abrir los ojos se encontraba en la enfermería de la cárcel, siendo observado por el Jefe Song.- Han tenido que ponerle suero, parece que no ha recibido bien la noticia. Mientras descansaba he estado ojeando el expediente del recluso Kim, y ya sé quién es usted...- de nuevo ese sudor frío y la adrenalina corriendo por sus venas; le habían descubierto, iría a la cárcel- usted es uno de los siete hombres que testificaron en contra de Kim Youngwoon. Ahora entiendo su reacción, hay que tener un par de pelotas para enfrentarse a alguien como él.

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