CAPITULO V - Vacío

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Al poner mis pies en tierra noté que había llovido por que el suelo estaba húmedo y el olor a tierra mojada entraba en mis narices, la lámpara alta alumbraba intermitentemente como si hiciera algún corto eléctrico. Caminé unos cuántos pasos y sólo me encontré, algo no andaba bien.

Por un instante sentí mi cuerpo petrificado como una estatua de yeso. No quería moverme y muchos menos pensar lo impensable, pero no podía quedarme allí sin hacer nada, así que decidí ir en su búsqueda, quizás se había perdido o peor aún, alguien la habría raptado. Era tan bella y tan perfecta a su vez que cualquier malhechor quisiera llevarla a su guarida.

El tiempo pasaba volando como si fuera al ritmo de las ráfagas con las cuales Luna me transportaba; y aún no había rastro de ella. Llegué hasta la banca donde charlamos la primera vez y la esperé por casi una hora y no apreció.

Mi corazón empezó a palpitar más lento de lo normal, como si quisiera ahogarse el mimo, mis ánimos empezaron a cambiar, un sentimiento de negativismo y soledad recorrían mis venas. El olor a perfume se desprendía rápidamente. Ahora todo se derrumbaba, había tomado tanta fuerza que mis alas eran grandes y fuertes, sentía que podía llegar a la cima más alta de una montaña, sin embargo, de un momento a otro, todo cambió. Pero, ¿por qué?, qué hizo falta la última vez.

No quise quedarme allí contemplando la banca vacía y a un par de perros que jugueteaban al amor, ellos eran tan felices en aquel momento que sentí tristeza por aquel canino, espero no le hagan lo mismo que a mí, ayer me sentía volando a través de galaxias y hoy me estrellé contra cualquier mundo.

¿son todas iguales?, me pregunté con algo de enojo.

Grité con todas mis fuerzas para liberar la tensión y Luna me escuchó, con tan solo verme supo que quería irme de inmediato. Envió su ráfaga de viento por mí y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba sentado sobre las nubes.

Esta vez el viaje fué más lento, notaba que Luna intentaba decirme algo pero estaba tan concentrado en mi decepción que no comprendía. Al pasar algunos minutos, Luna volvió a hablarme y dijo: "todas no somos iguales, habemos otras peores", se burló. Y tanta fué su risa que de sus pequeñas cuencas salió una lluvia fresca hacia los prados.

Analicé un poco su respuesta y tenía toda la razón. Quien podría amarla, si Luna vivía demasiado lejos, aunque tenía su propio transporte para llevar hacia ella al indicado; ella seguía siendo inalcanzable. Aquel escogido tendría que conformarse con solo verla de noche y admirarla a lo lejos. Además de eso tener que verla brillar intensamente cuando se enojaba, y no sólo su brillo, también le gustaba hacerse la muda de vez en cuando

Al llegar a la llanura, hacía mucho viento y el cielo estaba despejado, decidí acostarme en el prado y contemplar las estrellas. Recordé que en mi bolsillo llevaba un delicioso chocolate el cual decidí comer de a poco, mientras reflexionaba lo sucedido.

Era ya tarde, y tanto así que Luna no estaba en el mismo lugar, no té que estaba algo cansada de hacer su trabajo, que estaba camino a su casa y el viejo amigo gruñón comenzaba a aparecer lentamente.

ENTRE LUNA Y YO -Primera TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora