Capítulo 12.

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-Día 11-

Me levanté dispuesto a empezar un nuevo día de trabajo. No lo hice sin mirar antes a Jungkook que yacía en la cama, tranquilo. No me iría sin revisarle la respiración, la cual llevaba casi al ritmo de los latidos de su corazón. Sus ojos hacían una especie de intento de pestañear aunque ya estuviesen cerrados. Sus manos estaban juntas, cerca de su pecho, y sus piernas desperdigadas y liadas entre las sábanas. Una gota de sudor le corría por la cara y este mismo había dejado el pelo de Jungkook tan despeinado. Besé su frente y me marché de la habitación dejando la puerta encajada.

Me preparé uno de mis típicos desayunos, nada. Simplemente miré la nevera, la leche, las magdalenas, los vasos y aún así, no me apetecía nada comer. Tenía el estómago cerrado desde que Jungkook decidió soltar aquella frase tan espantosa. "Ya podría haberme matado el sombrerero para que me tuvieras más en cuenta". Palabras que atravesaron mi mente como una bala de tu peor enemigo, del que llevas enamorado toda una vida, palabras que me consumieron en la miseria en tan solo unos minutos, unos segundos, en lo que tardé en reaccionar que tenía que moverme del sitio, que tenía que demostrar que aún vivía, aunque esas palabras hubieran cavado mi tumba y construido mi ataúd con una infinidad de odio imposible de borrar.

Me vestí con el maldito uniforme que ya empezaba a agobiarme, era mucho más cómodo trabajar desde casa, en pijama o incluso en calzoncillos, con una que otra cerveza que te ayude a pensar y el ordenador en frente sin mostrar nada más que una cantidad incontable de expedientes y pistas. Pistas que resultan ser falsas o no validas ante un juez y que te llevas años y años para encontrarlas. Me puse los zapatos y cogí el maletín con toda la información y la cámara donde guardaba las fotos del contenido de las cajas.

Esperaba recibir alguna hoy, estaba claro que tendría que ser hoy. Quería saber que más cosas saca de una película infantil en la que una niña sueña entrar en un país un poco devastado por la injusticia de una reina algo loca. Sí, me la vi de nuevo. Quedaban bastantes personajes, ambas reinas, Alicia, el caballero que defiende a la reina roja... La película al fin y al cabo no era mala, entretenía mucho, pero prefiero una de las versiones que me ponía mi madre de pequeño, aquella versión en la que la niña era morena, había perdido a toda su familia y solo había una reina, roja, que era realmente horrenda, aunque se pareciese a su hermana.

Llegué a la comisaría, como era de esperar, Jongin tenía e impacientaba la apertura de la nueva caja del sombrerero. Parecía un auténtico crío que esperaba las galletas de su abuela mirando el horno sin hacer otra cosa que dar por culo, a su abuela y a todos, siendo yo la abuela. Kris nos miraba con la cara de siempre, nunca cambiaba de expresión, por suerte. No me importaba lo más mínimo lo que pensara Kris de mi caso. Tampoco me importaba una mierda lo que opinara Jongin, pero separarse de ese animal esperando por cazar era una cosa que no conseguiría hasta que me fuera de esta maldita ciudad. Porque no, no tenía pensado quedarme, acabaría con este caso, que sí me gusta y creo que tengo la suficiente valentía y métodos para resolverlo, y luego me iría con Jungkook a otra parte del mundo donde poder descansar de criminales asesinos que se dedican a molestar y joder las relaciones de los demás, poniendo en peligro a ambas partes de la pareja.

Total, que abrí la maldita caja, con Jongin detrás de mí, con la cámara preparada y unas ganas horribles por sentarme a descansar de pensar, que era lo único que llevaba haciendo todo el día sin sacar nada productivo de ello. La caja traía esta vez un trozo de tarta y un frasquito. Ya tardaba en mandarme los efectos especiales de la niña que crece y encoge constantemente para nada, porque al final la cogen. En la tarta ponía "Eat me" y en el frasco "Drink me". Y un buen nabo. No pensaba coger eso, ni en broma. Ni si quiera lo olería, pero no, Jongin el maravilloso hijo de su puta madre pasó el dedo por la tarta y acto seguido se lo llevó a la boca.

-¿No ves, pedazo de subnormal, que es una maldita prueba del caso y que acabas de ensuciarla con tus jodidas manos de gilipollas? -Dije bastante enfadado, apartándolo de mi mesa volví a mis asuntos.
-Vaya mala leche me traes hoy.

Le hice la foto y saqué con cuidado el sombrero que desgraciadamente ya se había manchado de tarta, lo puse encima de la mesa y fui a tirar la caja al contenedor de fuera del recinto. Una vez fuera me paré a ver a una chica que se acababa de caer y que nadie le ayudaba. No me pude contener y fui en su ayuda, parecía malherida y no se deja a una señorita en el suelo si eres un caballero. Era una chica morena, tendría algunos años más que yo, pero tener 26 tampoco era un suplicio. Eso sí, era joven y bastante guapa, aunque parecía nerviosa, como si tuviera algo importante que hacer y ese infortunio le hubiera destrozado totalmente sus planes de llegar o de hacerlo a tiempo. La miré un poco más antes de hablarle, no quería hacerlo si no era necesario, pero resultó estar herida y perdía sangre, aunque fuera algo insignificante, por la rodilla. Había roto sus medias brillantes y ajustadas a las piernas tan esbeltas que tenía, se notaba que hacía deporte o que andaba todo el día para arriba o para abajo.

-¿Está bien, señorita? -Le ofrecí mi mano para que pudiera levantarse con facilidad.
-No, la verdad, tenía prisa y ya llevaba un buen rato esperando a alguien que jamás vendrá. -Se levantó, con mi ayuda.
-Tranquila, si le parece, puede entrar en comisaría a...
-¿Yo? Pero si no he hecho nada... perdone tengo prisa... no quiero llegar tarde al...al dentista.

Parecía aún más nerviosa de lo que ya lo estaba antes de que yo le hablara. ¿Pero por qué ponerse nerviosa cuando le ofrecí entrar en comisaría? No creo que sea culpable de nada grave como para ponerse así, solía ser un claro ejemplo de conducta de delincuente sin identificar, pero no vestía como tal. Aunque parecía haberme mentido en el lugar al que se dirigía, se pensó mucho el ir al dentista, y no es un lugar que pierdes la vida si llegas un poco más tarde. Y se me ocurrió una idea para saber que pasaba con esa chica; dijo que llevaba un rato esperando a alguien, si veía las grabaciones de la cámara de antes podía ver por cuanto tiempo esperaba y si se había encontrado con otra persona.

Luhan me dejó entrar fácilmente en el lugar este de las grabaciones que ni me interesaba el nombre, le dije que formaba parte de mi investigación y que era de vida o muerte, ese niñito en prácticas te dejaba hacer de todo, porque tampoco pienso que acabara trabajando ahí, ya se ha llevado bastantes broncas del jefe. Aunque no como la mía de arrestar a gente por la cara, aunque yo tuviera razón de que era un perfecto sospechoso. Porque a Taehyung no le echa cuenta nadie.

La joven llevaba tiempo esperando, tenía razón, pero llevaba un rato esperando con otro aspecto totalmente diferente. Llevaba una sudadera ancha negra, con la capucha puesta y estaba sentada en el suelo con una manta por las piernas. Justo antes de yo salir de la comisaría, se lo quitó todo lo dejó donde estaba ella y anduvo en dirección a mí hasta caerse. No me cuadraba nada en absoluto y le di atrás en las cintas, quería ver desde el principio, desde cuando ella llegó allí a esperar.

Y menos mal que lo hice, encontré una de las pistas, pruebas y sospechosas que estaba claro que no me podían negar. Alguien pasó delante suya y ella misma le dio un sombrero, como los que el sombrerero me deja a mí en las cajas, a alguien que pasaba por allí con unas pintas similares a las suyas. Después vino el proceso de caerse.

-Taehyung, te acaba de llegar una carta, la escribe el sombrerero.

Mad Hatter. ; VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora