Época actual.
En la ciudad de Tokyo-Japón, dentro de una de las preparatorias más prestigiosas de aquel país; se encuentra una jovencita de aproximadamente dieciséis años, y cuyo carácter es bastante especial. Ella es muy popular entre sus compañeros al ser una estudiante extranjera, pues aunque parte de su origen proviene de Japón gracias a su madre; la otra mitad es de origen ruso por parte de su padre. Su nombre es nada menos que Ekaterina Naegino, hija de los aclamados acróbatas: Sora Naegino, y Maksim Litvochenko, retirados desde hace dieciséis años. Ella opto por llevar el apellido de su madre a sabiendas, que con eso podría mantener una vida más cómoda en cualquier lugar del mundo al ser su madre una artista mundialmente conocida. Ekaterina, decidió mudarse a Japón para alejarse de Sora. Aquella jovencita poseía un nivel académico aceptable, aunque su actitud era bastante presuntuosa, todo lo contrario a sus padres; sin embargo, ellos le dieron ciertas libertades para que por sí misma fuese conociendo el mundo y de ese modo valerse por sí misma. Pero ella no lo deseaba de ese modo, por lo cual tomo el apellido de su madre para poder vivir con ciertos privilegios. Algo que había logrado, y muy bien. Ekaterina, a diferencia de sus padres, no llevo un entrenamiento completo como acróbata dada su especial forma de ser. Por tal razón siempre huyo de un lugar a otro, en pocas palabras; ella era una niña caprichosa o al menos eso parecía, yes aquí donde inicia esta historia.
—Ekaterina, apresúrate, debemos llegar a tiempo al club de lectura—Dijo una linda chica, igualmente de dieciséis años y rostro hermoso.
—No te desesperes Rika, esa tonta maestra no le va a decir nada a la hija de la "gran" 'Zarina' Naegino. Tómalo con calma, pues mientras estés conmigo no tendrás problemas.
Ekaterina Naegino era realmente hermosa, ella había heredado la belleza de sus padres; siendo cuasi la viva imagen de Sora, sólo que Katya, había teñido su cabello de rubio para no ser confundida con su madre a la cual tal pareciera le tenía cierto recelo.
—Deja esa cerveza Katya, no es correcto—dijo su amiga Rika.
—No me des sermones, y déjame en paz, sólo estoy disfrutando de mi juventud.
Tras quince minutos ambas llegaron a su club. Ekaterina tenía un ligero olor a cerveza y se le notaba un tanto ebria, ante lo cual su profesora en esa ocasión no lo pasó por alto llevándola a la dirección y llamándole a su tía Yume Naegino.
La tía de Ekaterina llego tras varios minutos, ella en ese entonces tenía ya veintitrés años de edad, mujer bastante bien parecida, cabello castaño y largo a la nuca. A la hermana menor de Sora, se le notaba molesta; todo indicaba que ella había salido de su trabajo únicamente para ir a arreglar el penoso asunto de su sobrina. Tras haberlo solucionado, Yume llevo a Ekaterina a su casa, y en el transcurso de su camino esto ocurrió.
— ¡No puede ser posible, en menos de seis meses que llevas aquí, te has metido en muchos problemas! ¡Tu madre a esa edad ya estaba luchando por ella misma y!...
— ¡Ya basta!—Exclamo Katya—. ¡Estoy harta de que en todo lugar al que asisto siempre me digan!: "¡Tu madre esto, tu madre aquello!".¡No hay país en el cual no me pase lo mismo!, siempre estoy lidiando con su nombre y que todo mundo me compare y digan que para cuando voy a formar parte de Moscú o de Kaleido. No me gusta ser comparada, ella es ella, y yo soy yo.
—No seas tonta Ekaterina, si tanto quieres dejar atrás las comparativas, ¿porque no usas el apellido de tu padre? ¿Por qué no dejas de usar todo lo referente a tu madre y vives por ti misma sin ser ayudada por ellos o por su apellido? Eres caprichosa y todo lo haces a tu conveniencia. Si de verdad deseas no ser vista sólo como la hija de Sora Naegino; deja de vivir con los privilegios que te da el ser su hija.
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Kaleido Star: El resplandor de una estrella
FanfictionEsta historia nos contara las vivencias de Ekaterina Maksimova Naegino, dieciséis años después del retiro de sus padres. Ella tiene un carácter especial, el cual le causara un sin fin de sinsabores que deberá afrontar a lo largo de su vida. No se pi...