Capítulo 19: El viaje a Oymyakon

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Las dos jovencitas despertaron a la hora acordada y comenzaron a empacar llevándose lo esencial para su viaje. En ese momento Sora llamó a la puerta de aquella habitación y de inmediato ingresó; ella ya estaba vestida, con un abrigo bastante grande en color blanco, guantes de piel de reno en el mismo color y un 'ushanka' igualmente blanco. Las dos jovencitas sonrieron pues si bien ya hacía un poco de frio en Moscú, no creyeron que fuera para tanto el que Sora llevara ropa de ese tipo. Tras acomodar cada una su equipaje por fin salieron junto a Sora, la cual lucia radiante y feliz.

—Madre, ¿por qué llevas ropa tan caliente? Es San Petersburgo tampoco hace tanto frío, es un clima similar a Moscú e incluso haciendo frio creo que pudiste cambiarte al llegar a esa ciudad. Con todo respeto, debo decir que te miras un poco ridícula.

—No te preocupes por mi hija, me gusta vestirme de esta forma cada que salgo a ese lugar

Alexia no dijo absolutamente nada y simplemente se dispuso a cargar su maleta para irse a su nueva aventura. Ella era la más, digamos, asustada, sentía nervios, hormigueo en el estómago y sus piernas le temblaban ante la emoción al no saber hacia dónde se dirigía. Por todo eso no pudo pensar en otra cosa. Ya abajo los esperaba Gabrielle, quien iba vestida cuasi igual que Sora, con ropa caliente y abrigadora, y Maksim, quien simplemente estaba ahí para despedirlas.

—Gabrielle, que supersticiosas son tú y mi madre al vestirse de ese modo en una época del año en la cual el frío es soportable; quiero creer que es parte de lo que mi madre acostumbra respecto a sus rituales.

—Digamos que tienes razón Katya—respondió Gabrielle—. Nos gusta ser supersticiosas en cada viaje y tú misma serás testigo de eso.

Gabrielle portaba su abrigo de piel de reno en color café, ushanka y guantes negros lo mismo que su pantalón. En ese momento Maksim se acercó a su hija y se despidió de ella prometiéndole ir a verla en cuanto le fuera posible.

Por su parte, Alexia estaba hablando con su madre, por teléfono, despidiéndose de ella y Rosetta a su vez le deseaba suerte. Tras las despedidas, todas salieron dirigiéndose al aeropuerto para abordar el jet privado que las llevaría a su destino. Katya y Alexia vestían normalmente; blusa corta, mostrando su ombligo y pantalón ligero con zapatos deportivos. La ropa de una era en tonos rosas con blanco y de Alexia en color rojo con negro. Ambas portaban una boina de estilo francés.

Al llegar al aeropuerto, siendo las cinco de la madrugada, por fin abordaron el jet y se dirigieron a su destino.

—Tengo muchos nervios mamá, realmente no sé qué nos espere en San Petersburgo.

—Nadie dijo que iríamos a San Petersburgo pequeña—respondió Sora con una leve sonrisa en su boca.

— ¿A qué se refiere señora Naegino?—preguntó Alexia quien estaba sentada a lado de Katya y mirando por la ventana del jet.

—Niñas tontas—dijo Gabrielle, la cual iba junto a Sora en el mismo asiento—. Son tan testarudas y distraídas que no leyeron la parte final del último apunte de Sora. Saquen sus apuntes finales y verán lo que dice.

Ambas jovencitas lo hicieron y miraron la parte final del texto, la cual venia más como un pensamiento personal de Sora que como un apunte técnico y esto es lo que decía:

"Tras largos años de trabajo duro, de esfuerzo, dedicación y vivencias de toda índole; apenas hoy en el ocaso de mi carrera como acróbata de alto rendimiento, puedo decir que la parte más importante, la que me convirtió en lo que soy ahora, fue esa en donde para cada competencia iba a entrenar a mi hermosa Oymyakon en mi amada Siberia Oriental. Todos estos años no me había dado cuenta lo importante que fue para mí ese lugar y lo importante que será en un futuro para mi descendencia o para quien yo quiera elegir para poder entrenarlo en ese lugar. Si llega a darse ese momento no habrá duda de que el sitio de trabajo será por y para siempre mi querida Siberia."

Kaleido Star: El resplandor de una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora