Capitulo 18: Adelante

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Sentado en la sala de espera con los nervios a más no poder, su padre no paraba de dar vueltas alrededor de la sala, todo comenzó con una tos y a pesar de los medicamentos ahora estábamos ahí.


―familiares del señor Kidou―preguntó aquel doctor entrando en la habitación

―nosotros―respondí rápidamente poniéndome de pie― ¿Cómo está doctor?

―está bien, tan solo fue un susto, por favor acompáñenme


Entrabamos a la habitación, blanca y con un olor a desinfectante, me acerque y me hinque a un lado de la cama, su padre se sentó en la silla y le tomó la mano.


―su hijo tiene neumonía―le habló serio―que en la situación por la que pasa con su enfermedad es algo bastante serio, le daré medicamentos, deben tener cuidado, si empeora...sería lamentable, no es necesario que se quede en el hospital pero si esto no mejora tiene que traerlo ¿Está bien?

―voy a contratarte una enfermera―habló su padre al momento en que el doctor salió de aquella habitación―no me sentiré tranquilo si te dejo así

―no necesitas hacer eso papá, yo puedo cuidarme solo―se quejó aun recostado en la cama

―tu padre tiene razón, yo trabajo todo el día y tú estás enfermo, yo tampoco me sentiría bien dejándote solo, no quiero que te pase nada

―eso no es justo―se cruzó de brazos de manera divertida―pero está bien aunque preferirá que contrataran a un enfermero y guapo de preferencia


Primero su risa y luego la mía ante el gesto de desaprobación de su padre, era increíble que aun con todo lo que pasaba el se tomara la molestia de hacerme reír y procurar no preocuparme


Había pasado algo de tiempo desde que ocurrió eso, aun en la oficina tan solo recordando olvidándome del trabajo, el reloj marcaba las 10:30 de la noche, apague la computadora, por fin había terminado de escribir el informe para el día siguiente, las juntas de corporación siempre me molestaban, tome mi saco y salí de aquella oficina, estaba cansado, mis ojos un poco lloroso por la luz del ordenador, necesitaba descansar.


Estacioné el auto y me dispuse a entrar a la casa no sin antes saludar al vecino de al lado que se asomaba por la ventana para ver de quien era todo ese ruido.


―estúpidas llaves―me quejé al no encontrar la correcta― ¿De dónde he sacado tantas llaves?, yo no sé ni para que las tengo si tan solo necesito esta―dije por fin abriendo la puerta

―buenas noches, señor―saludaba amablemente la enfermera

―buenas noches, lamento hacerte trabajar hasta más tarde―le dije mientras me quitaba la estúpida corbata-puedes irte ya, muchas gracias

―No se preocupe―tomó sus cosas―el señor se siente algo cansado así que se acostó hace un rato, ya se tomó sus medicinas y está bien, parece que está dormido


La vi salir de la casa, caminé lentamente hacia la habitación, abrí la puerta y lo mire como muchas otras veces, recostado de lado durmiendo apaciblemente, como me gustaría que así fuera siempre, tan tranquilo como era antes, me recosté a su lado y lo abrace por la cintura con cuidado para no despertarlo, tenerlo a mi lado, esa era la única razón por la cual el tiempo en la oficina se pasaba más rápido, ver su rostro sonreír, el escuchar sus historias, pensar en tener esos momentos para siempre.


El tiempo pasó y el peso del cansancio terminó por vencerme, Kidou no paraba de toser, me levanté de golpe, las 3:45 de la madrugada, me apresuré para ayudarle, ver que tenia.


―Kidou, Kidou, tranquilo―lo voltee para mirarlo, mi sorpresa fue grande al ver que tocia sangre


Lo cargué y lo llevé lo más rápido que pude al auto, necesitábamos un doctor urgente, nuevamente a punto de desesperarme en la sala de espera, fueron 2 horas que para mi duraron una eternidad.


―Puede pasar pero está dormido, trate de no despertarlo―me avisó aquella enfermera


Entré a la habitación, un miedo me recorrió todo el cuerpo al mirarle con aquella mascara de oxigeno, tan vulnerable ante todo, tan débil, ¿Por qué estaba pasando todo esto?, él no había hecho nada malo, y entonces ¿Por qué tenía que pasar por todo aquello?, ¿Qué tenía eso de justo?, ese era el problema, la vida jamás es justa.


―es necesario que se quede hospitalizado, en esta etapa esto es muy peligroso, la enfermedad puede terminar fácilmente con su vida, descuiden aquí estará rodeado de doctores, estará bien―hablaba con nosotros al día siguiente el doctor

― ¿Por qué tengo que quedarme?, ¿No puede darme los medicamentos? ―preguntó Kidou con voz baja

―lo siento Kidou pero tu capacidad para respirar solo está fallando, puede que si estás en tu casa y suceda alguna emergencia no llegaras a tiempo, ¿Me explico?

―si doctor―aceptó resignado, no tenía otra opción

―tranquilo Yuuto, vendré a visitarte todos los días―le sonreí―no te preocupes

―no tienes por qué hacerlo Akio, tú tienes que ir a trabajar, no quiero que pierdas el tiempo estando conmigo―me respondió un poco serio

―estar contigo jamás será un pérdida de tiempo, no me gusta que digas eso, tú eres lo más importante para mí y no me interesa lo demás, no te preocupes por el trabajo, apuesto que tu padre aceptara que me ausente unas 2 horas durante el día, se las repondré en la noche, por cierto me dijo que vendría a verte más tarde―lo abracé―se quedó preocupado pero lo tranquilice diciéndole que me quedaría contigo

―no debió estar muy preocupado ya que le ha tranquilizado el que te quedes conmigo―se quejó de broma

―que malo eres conmigo―le di un pequeño beso en la mejilla―me lo cobrare algún día


El tan solo sonrió


―debo irme Yuuto pero volveré mañana ¿Está bien?, no te esfuerces mucho en hablar o te pondrás peor―lo bese nuevamente―te quiero, adiós


Salir de aquel hospital a paso lento, caminar por aquellas calles en donde solíamos tomarnos de la mano, no saben cuánto deseaba que todo fuera como antes, que todo volviera a ser lindo, que todo volviera a ser feliz, me limpie las lagrimas que salían de mis ojos, tome mi portafolios y entre como si nada por la puerta de la empresa, debía ser fuerte, por él, para seguir adelante, por mí, para dejar de pensar en aquel temible escenario en donde todo volvía a ser negro, todo, como en un principio.  

La noche de las mil estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora