Capítulo 17- Despierto

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  — Bien, iniciemos. Ya conoces el lugar, has venido a la tienda varias veces. Ya sabes las secciones, allí está la sección de varonas, allí la de mujeres, ahí los accesorios y bueno, luego la bodega — Ren iba hablando mientras era seguido por Jeonghan, quien asentía lentamente, observando el lugar—. Oh, y ten cuidado con la construcción, abriré un café al lado. Ya sabes, si no viene a comprar ropa, vendrán a pasarla bien.

— Sí...

— Oh, vamos, Jeong... Un poco más de ánimos, por nosotros. Por Joshua, sé que no le gustaría verte así — habló el rubio, tomando la mano de su mellizo, quien solo suspiró y asintió— ¿Esta tarde quieres que te acompañe a visitarlo?

— Por favor... — Ren hizo una mueca comprensiva y se acercó a abrazar a su hermano, quien correspondió de forma débil.

— Todo estará bien, Jisoo despertará y todo volverá a estar bien — susurraba palabras de aliento el mayor, acariciando los largos cabellos de su hermano—. Por ahora preocupate en estar bien tú, este trabajo no necesita mucho esfuerzo y tendrás quien te cubra los días que tengas que ir al psicólogo, no tienes que preocuparte por nada más.

Jeonghan únicamente asentía, le hacía bien poder estar con su hermano. Realmente no sentía ningún vacío si estaba con él, era realmente fascinante la conexión que tenían los gemelos.

— Vamos a trabajar — terminó por decir el ángel, apartándose un poco de su hermano y sonriendo ampliamente, siendo correspondido y luego arrastrado a su nuevo puesto. Esperaba hacerlo bien.

— El jefe no ha respondido en varios días.

— Deberíamos ir a verlo, me estoy preocupando que el plan salga mal.

— Sí, vamos a encontrarnos en su casa para confirmar.

Tomó una bocanada de aire, Ren se demoraba con el café y comida. Pero había ido con Taekwoon, si no estaban en busca de algo para comer, seguramente estarían haciendo cochinadas. Un estremecimiento lo recorrió a la vez que una mueca de asco apareció en su rostro; no es que él fuera un santo, aún recordaba la noche que se volvió uno con Joshua, pero sencillamente no era nada agradable imaginarse a su mellizo tener sexo.

— Lamento la tardanza — Hablando del rey de roma. Jeonghan se giró a verlo, notando sus labios vagamente hinchados y rojizos, no estaba tan equivocado. El pelirrojo rodó los ojos, aceptando el café y las galletas.

— ¿Hace cuánto que está inconsiente? — la voz de Taekwoon se hizo oír luego de que bebió su café.

— Una semana y media... — suspiró Jeonghan, dando un pequeño sorbo a su bebida.

El silencio volvió a caer sobre todos, pero Ren intentó animar el ambiente mientras comían y bebían el café, el tiempo pasó más rápido de esa forma. Demasiado rápido. Las horas pasaron y Taekwoon cayó dormido sobre una silla extra que trajeron, Ren a su lado igualmente descansaba contra él. Jeonghan estaba con los brazos recostados sobre la camilla. Pero algo sucedió. Jeonghan comenzó a despertar, una presión su mano lo fue despertando de a poco; no tenía mucha fuerza pero era una presión suficiente como para lograr despabilarlo.

— ¿Jisoo...? — susurró torpemente, mirando el rostro del menor, quien poco a poco comenzaba a abrir los ojos. Jeonghan se levantó de un salto— ¡Jisoo! ¡Ren, Ren! ¡Ren, despertó! Oh, santo dios, gracias al cielo, ohh... Jisoo.

Sin saber cuándo, comenzó a llorar, viendo el rostro aturdido del americano. Se inclinó sobre él a besar su frente una y otra vez mientras le acariciaba el cabello, Taekwoon fue quien se despertó por los 'gritos' e instantáneamente despertó a su esposo, ambos corrieron a ver al americano, que no hacía más que preguntar donde estaba. Taekwoon fue a llamar al doctor.

— Estás en el hospital, estuviste inconsciente por una semana y media — sollozó Jeonghan, tomando su mano, pasando su mano libre por la mejilla del menor, quien se sacó la incómoda mascarilla.

— ¿Una semana y media? — dijo con voz débil, pero sorprendido.

La puerta se abrió e ingresó el doctor seguido de Taekwoon, Jeonghan debió apartarse y aprovechó el momento para secarse las lágrimas, siendo abrazado por su mellizo. El doctor revisó a Joshua de pies a cabeza, sus pulsasiones, sus pupilas, todo.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó el hombre.

— Hambriento.

La respuesta de Joshua hizo unas risas de alivio flotaran por el aire, el doctor le hizo sentar, acomodando la camilla para que esté cómodo. Luego de eso, el hombre anunció que luego le harían exámenes pero primero dejaría que se alimentara. Jeonghan se acercó y tomó asiento en el borde de la camilla, viendo como el doctor se retiraba. Joshua lo miró y le regaló una sonrisa, Jeonghan volvió a sollozar, abrazándolo y repitiendo una y otra y otra vez lo asustado que estuvo. Joshua lo contuvo y trató de calmarlo, acariciando su cabello y respondiendo que allí estaba, que nunca lo dejaría. Poco a poco Jeonghan lo soltó y dejó que su cuñado y hermano se acercaran a saludar, comenzando una conversación amena hasta que llegó una enfermera con una bandeja repleta de comida para que el americano comiera. Joshua comenzó a explicar, mientras comía, cómo se sentía.

— Es como... Cuando te enfermas y al levantarte todo el mundo se sacude, tus piernas tiemblan y te sientes débil — decía, tomando la botella de agua para beber un poco—. Que no puedes ni siquiera sostener tu propio cuerpo o algo tan liviano como un peine. Algo así.

— Lo que importa ahora es que despertaste, pronto todo estará mejor ¿sí? Mejorarás. Oh, él puede quedarse también con nosotros, no es seguro que vuelva al departamento —empezó a hablar Ren, mirando a su esposo y casi haciéndole ojitos, el mayor de todos suspiró y asintió con la cabeza, dando su visto bueno. Joshua rió con ligereza, agradeciendo por la preocupación.

Jeonghan no dejaba de mirar por el menor, en ningún momento lo dejó solo. Lo acompañaba a todos lados, lo ayudaba a caminar, a comer, a todo. Incluso salía antes del trabajo para estar presente durante los estudios que le harían, cuándo le darían el alta, estuvo con él todo momento. Y Joshua lo agradecía infinitamente. Aún no había hablado de lo sucedido con Seungcheol, no lo haría hasta que estuvieran en casa, seguros. Solo le había dicho que sucedieron cosas que lo obligaron a dejar el trabajo y el departamento, claro que Joshua sabía que había más historia de la que quería demostrar el pelilargo, pero le daría tiempo. En realidad, él tampoco quería más malas noticias para comerse la cabeza, ya dolía mucho como para aguantar más cosas.

— Jeonghan.

— Dime, Jisoo — el pelilargo, se alejó de la ventana para poder sentarse en la silla junto al menor.

— Muchas gracias por cuidarme tanto — Jeonghan sonrió, con un tenue rubor en las mejillas—. Te amo.

Esas dos palabras fueron una bomba, pero a Joshua le hubiera gustado tener una cámara para fotografiar y guardar por siempre la cara de Jeonghan. 

Duobus lateribusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora