Capítulo 24- La otra cara

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Abrió los ojos totalmente exaltado, jadeando y con el cabello pegado a la frente, fue entonces que notó que también estaba sudando. Ladeó el rostro y enfocó su visión intentando leer el reloj digital que reposaba en la mesa veladora junto a la cama.

4:05 a.m.

Expulsó el aire que contuvo y sentió un movimiento a su lado, recordando que apenas llevaba ropa interior. Giró la vista hasta el cuerpo que descansaba tan relajado sobre su brazo, acomodándose cada vez más en su pecho. Jugó con los mechones de cabellos de Sana, mirándola fijamente. No se le hacía extraño que durmieran juntos, en realidad, no era extraño que se acostara con cualquier chica del bando. Poco a poco se deslizó fuera de la cama, recogiendo la ropa del suelo para poder cambiarse y salir de la habitación, hacía frío pero estaba bien para él. Sacó una caja de cigarros y poder darse el gusto de la madrugada antes de meterse a bañar, necesitaba distraerse.

No importaba cuánto intentara, los sueños no dejaban de llegar. No lo comprendía, no sabía qué significaban pero muchas veces al despertar tenía una gran migraña que no se quitaba hasta el día siguiente. Estaba cansado de todo eso, pero desde hace años que era así. Tiró la colilla del cigarro por ahí y caminó hasta el baño para encerrarse, abrió los grifos y reguló el agua, se despojó de toda ropa para poder meterse bajo la ducha y relajar su cuerpo con la tibia temperatura.

Los días de distracción ya terminaron, debía ponerse a trabajar. Tenía una misión que cumplir y un gran número de personas que manejar.

. . .

— Ya estoy dentro.

¿Desea que vayamos, jefe?

— No. Todo está bien y tal cual lo planeamos. Vigilen desde afuera, yo les daré los detalles cada que pueda.

Entendido.

Cortó la llamada, mirando el horizonte que enseñaba un atarceder rojizo pero frío, el aliento escapaba de sus labios y se visualizaba en una pequeña cortina blanca de vapor. Ya todo había iniciado, no había marcha atrás.

. . .

— ¿Planta baja? — Bingo. Mostró mi mejor sonrisa al chico dentro del elevador.

— Sí, por favor.

Caminó hasta su lado y observó detalladamente cómo presionaba el botón. No pasó demasiado hasta que comenzó a hablar nuevamente, un policía muy agradable, ciertamente.

— ¿Nuevo en el edificio?

— En el distrito, en realidad — volviendo a sonreír para poder mirarlo. La forma en la que se ataba el cabello era realmente delicada para ser un hombre, eso fue lo primero que pensó— ¿Dónde queda la tienda más cercana?

No le faltaba nada en el departamento, pero debía medir qué tan dispuesto a hablar estaba el muchacho. Si se explayaba al hablar, sin duda sería fácil llegar a entrar a su vida.

— Pues ¡Bienvenido!...

Aquello sería fácil. Ya sabía dónde vivía, dónde iría y poco tiempo le llevó descubrir su nombre y edad, aunque ya lo conociera.

— Soy Yoon Jeonghan, tengo veintidos. Siempre que necesites algo, búscame ¿sí? Espero el vecindario te agrade, es muy tranquilo y hay muchas personas agradable.

— Eso es bueno, lo necesito. Mi nombre es Hong Jisoo en coreano — Su mirada curiosa y algo sorprendida le hizo reír, Jeonghan era como un niño—. Mi nombre real es Joshua, Joshua Hong. Vengo de Estados Unidos.

Casi pudo leer la emoción en el rostro del chico, ya lo tenía en la palma de la mano.

. . .

Duobus lateribusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora