Capítulo 20- Distracción

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  — Seungcheol desapareció.

La cara de Jeonghan se transformó, sintió que perdía el equilibrio y lo confirmó cuando sintió los brazos de Joshua sostenerlo, Jihoon lo miraba fijamente, estando igualmente alterado. Joshua lo ayudó a sentarse, mirándolo fijamente.

— ¿Cómo que desapareció...? — tartamudeó Jeonghan, mirando al de baja estatura.

— Estuvimos llamándolo y no respondía, su turno empezaba en la tarde de ayer pero no apareció. Contactamos a todos los que estuvieron con él antes de que desapareciera y justo te estábamos por llamar a ti, para saber si lo viste o sabías algo. Al parecer...no — Jihoon hablaba lento, como si aún no digiriera lo que sucede—. Fuimos a su casa y no estaba. No lo encontramos en ningún sitio. Seguimos buscándolo.

Jeonghan se cubrió la boca con las manos, negando con la cabeza. Sabía que estaba muy enojado con Seungcheol ¡Pero no deseaba que desapareciera!

— Tenemos que buscarlo.

— ¿Qué? — Joshua frunció el ceño al oír al mayor, quien se ponía de pie para estar frente a él.

— Tenemos que buscarlo, Jisoo. Sé... Sé que lo odias y que él te odia, pero... Por favor, lo conozco de toda la vida, tenemos que encontrarlo — Jeonghan tomó las manos del americano, rogándole ayuda.

— Un momento. Tú renunciaste y él es un liciado ¿Qué pueden hacer? — intervino Jihoon. Jeonghan lo miró y suspiró, rendido, tenía razón. Lentamente se apoyó en el hombro de Joshua, sin poder pensar en nada. Se quedaron ahí un rato, mirándose entre los tres—. Será mejor que se vayan, este sitio es estresante para ambos... Les avisaré por si sabemos algo nuevo.

— Gracias, Jihoonnie — agradeció Jeonghan, Joshua igualmente lo hizo en silencio, comenzando a caminar hasta la salida.

El silencio fue pesado durante todo el camino, y no importaba cuánto es que intentara, Jeonghan estaba tan distraído. Para cuando llegaron, la casa estaba vacía. Joshua abrazó por la cintura al mayor, besando su hombro, su cuello y luego su mejilla, susurrando en su oído que todo estaría bien, pero Jeonghan apenas había asentido con la cabeza, provocando un suspiro por parte del americano. Lo abrazó con fuerza, acariciando su largo cabello, intentando reconfortarlo entre sus brazos y meciéndolo con cuidado.

Joshua lo guió hasta la habitación, donde ambos se recostaron en la cama. Y esa misma noche, Jeonghan lloró. Lloró por todo, lloró por nada. Lloró por la desaparición de Seungcheol, lloró porque a pesar de todo era su mejor amigo, lloró porque tenía miedo, lloró por Joshua, por su mellizo y su esposo, lloró porque si algo les sucedía, él moriría. Lloró porque de a poco alguien intentaba arrebatarle la vida: Primero Joshua, ahora Seungcheol. Joshua lo dejó llorar, dejó que su camiseta se mojara con las saladas lágrimas de su pareja, repartió caricias por su cabeza y brazos, lo abrazaba con fuerza, aunque poco a poco comenzaba a temer que se rompiera en mil pedazos.

Eran las tres y media de la mañana cuando Jeonghan se calmó por completo, donde se durmió jugando con la camiseta de Joshua. El americano no pudo pegar el ojo durante el resto de la noche, sin embargo. Para entonces, el sol se comenzaba a filtrar por las persianas. Todo era un lío en su cabeza, todo estaba saliendo...

— ¿Jisoo? — una voz hizo eco en la habitación oscura, un susurro a la nada.

— Creí que dormías... — respondió de igual forma, comenzando de nuevo las caricias sobre el largo cabellos del mayor.

— Ya no puedo seguir durmiendo... Las pesadillas...

Y se quedó en silencio, las pesadillas... sus terribles pesadillas. La cabeza le dolía.

Duobus lateribusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora