Uno

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Él se sentaba con su mejor amigo en la última mesa.

Yo lo veía comer su emparedado mientras sus piernas que colgaban del asiento se mecían de adelante hacia atrás.

Él tenía las mejillas rosadas y regordetas.

Mis amigas me decían que era feo, pero yo no creía eso.

Yo creía que era lindo.

El niño del que nunca habléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora