Cuarenta y siete

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Y al día siguiente el me saludo, yo lo hice también.

Nos sentamos en una de las banquitas que hay en la escuela.

Me di cuenta que todavía toca la guitarra.

Mejor aún, canta en un restaurante y me mostro un video.

Dios, creo que me he enamorado de nuevo.


El niño del que nunca habléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora