Sesenta y dos

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Así que, si. Coloque aquella carta dentro de la mochila de Arthur y no quería saber que pensaba al respecto.

No espere a que él respondiera, mucho me bastaba con que la leyera.

Tampoco esperaba a que cambiaran las cosas entre nosotros con esto, no obstante si obtuve mis ventajas.

Una ventaja que juro no haber esperado.

Se sentía bien y aunque suene raro, se sentía como libertad.

Porque era la primera vez que yo le decía a alguien sobre Arthur, y esa persona resulto ser él mismo.

Vaya. 

El niño del que nunca habléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora