Setenta y seis: Final (Carta a Giselle)

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Querida Giselle, sí, yo también quiero darle algo de formalidad a esto. Jamás he escrito una carta y en verdad quisiera no apestar del todo, no te burles, es mi primer intento.

Veamos, quiero hacerte saber lo tierno que me ha parecido tu carta. Es como ¡Vamos, ¿En serio?! Una chica piensa esas cosas asombrosas sobre mi ¡Vaya, es genial! Y si, técnicamente fue lo que pensé en cuanto termine de leerla.

Quiero hacerte saber un par de cosas antes de decirte lo primordial.

Primero: No me apetece el hecho de que pienses todas esas cosas sobre mí. Lo que quiero decir es que no todas esas cosas son ciertas. Tengo inseguridades también. Todo mundo las tiene, solo que algunos no le damos la importancia que otros se la dan, es como si intentásemos ignorar esos hechos para encajar en la sociedad. Admitámoslo, la sociedad de hoy en día está hecha un asco.

Los músicos tenemos esa inseguridad de "¿Les agradara mi canción?", "¿Les agradaran las notas?", "Les agradara mi voz". Todo el tiempo pienso en ello y la razón de que tu pienses que mi música es hermosa, no sé...me hace sentir muchísimo mejor respecto a eso. ¿Puedo considerarte mi fan número uno?

No necesito tu permiso, ya lo he hecho.

Segundo: Claro que recuerdo el preescolar ¿Acaso estás loca? Recuerdo la manera en la que peinabas tu cabello, siempre en una coleta y un par de mechones sueltos por el frente. Te gustaba sentarte con esa niña... ¿Cómo se llamaba? ¿Lili?

Recuerdo después, las veces incesantes que me ayudaste en matemáticas. Ha llegado la hora de confesarte que en realidad no soy malo en matemáticas, solo era una excusa que invente para acercarme, porque me parecías la persona más amigable y linda del lugar. Además de que nunca parecías molestarte conmigo por ser tan idiota.

Justamente por esa razón, no dejaba de mirarte.

¿Cómo puede existir tanta amabilidad dentro de un ser tan pequeño? Esa pregunta me la hacía a diario y nunca encontré una respuesta lógica para eso. Ahora sé, que alguien en el cielo está encargado de dar ciertos dones a las personas, por ejemplo, mi don es hacer música; y tu don, bueno... tu don es inspirar a las personas para hacer música. De eso se trata.

Por último, quiero preguntarte algo muy importante y creo no has pensado si quiera:

¿Sabes cuánto valor se necesita para confesar tu amor hacia alguien?

Si no lo sabes, se necesita mucho. ¡Qué digo mucho, una cantidad tremenda! Ni siquiera yo sería capaz de hacer eso, en verdad. Te considero la persona más valiente del mundo.

Si en mis manos estuviese, desearía desprender todas aquellas inseguridades de tu alma. No deberías tenerlas, eres bonita. Eres fantástica y chicas como tú casi no existen ahora. ¿Has visto a las otras chicas de la universidad? Ja, deberías prestar más atención.

De ahora en adelante quiero que andes por los pasillos con la barbilla en alto, no como si te estuvieses escondiendo o quisieras ser invisible. Necesito que lo hagas para poder saber que mis palabras sirvieron de algo, no quiero ser el cretino que no supo amarte por el resto de mi vida.

No podría con ello.

Me siento tan idiota. Lamento tanto el hecho de no ser la persona que tú creías...

...lamento no haber notado todos esos mínimos detalles que tú claramente me brindabas.

Lamento no haberte amado de la forma en que lo merecías; de la forma en que tú me amabas a mí.

Ahora te veo a diario caminar con tus nuevos amigos. 

Los cantantes tenemos en un altar a sus fans número uno.

Adivina quien no podrá sacarte de su mente por las vacaciones.

Nunca dejes de ser tan...tú. Tan única y especial, por favor.

Espero después, en los días en que te sientas lista y mi vida deje de ser tan caótica y desastrosa, podamos intentar algo más. Me has esperado por más de quince años, así que yo puedo esperar el tiempo que necesites.

Con cariño, Arthur.

Posdata: Estoy ansioso de hacer ese dueto contigo :)



Fin.

El niño del que nunca habléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora