Cincuenta

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Alex y yo fuimos al restaurante en donde Arthur trabaja.

Nos sentamos en una de las mesas de enfrente.

Él nos vio desde arriba, sentado con su compañero.

En cuanto empezó a tocar y cantar, mis piernas comenzaron a temblar.

Si, ahora estoy segura de esto. Estoy enamorada de este chico gordito y gracioso que toca la guitarra. 

El niño del que nunca habléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora