Cincuenta y cuatro

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Mamá me ha llamado la atención. Sé que he estado distante y algo deprimida, pero no es como si estuviese enferma. Solamente me siento de esa manera, triste.

Y ella no lo entiende. Por eso es que me he encerrado en mi habitación para hacer ese tonto trabajo de más de cincuenta cuartillas que mi maestro de turismo me ha dejado.

Cuando estoy a la mitad del ensayo, el sonido de un mensaje nuevo hace presencia.

Es un mensaje de Arthur.

De él. Para mí.

Mi corazón está saltando y amenaza con querer salir de mi pecho. ¿Debo contestar ahora? ¿Debo esperar más tiempo?

Para cuando me doy cuenta, mis manos ya están escribiendo una respuesta.

Y esa noche...bueno, esa noche también me he desvelado platicando con él.

El niño del que nunca habléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora