Acto IV Capítulo 4 "Fortaleza Congelada"

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Sebastián se acerca a Kenya y la toma suavemente de la mano.

-Es en serio, no te alejes de mi. De este lugar no hay ningún relato en el libro. Debemos mostrarnos con cautela. Vamos. Hay que volver a Bersia.-Dice Sebastián.

Los amantes observan asombrados un castillo de hielo gigante, perfectamente detallado (Al más puro estilo de la Época Victoriana)

Una gran puerta levantada por dos cadenas sirve de puente para llegar. Hay una tormenta sobre el castillo.

Es como si la cueva fuera distorsionada, estuviera sobrepuesta o en segundo plano. Muy parecida a la cueva donde la encarnación de la Rabia estaba.

Bajan el puente que da acceso al castillo. Candelabros de fuego azul que no transmiten calor, lo roban.

El castillo luce muy brillante, raramente iluminado de luz blanca de origen desconocido.

Cautelosos entran a la fortaleza, no hay siquiera huellas en la nieve en el suelo del castillo.

Hay un pasillo muy bien adornado, muy amplio, los conduce a un gran salón, un tipo de antecámara al centro una gran mesa redonda, dos grandes tronos, sobre ella platos y cubiertos como si esperarán un gran banquete, todos vacíos, relucientes, probablemente también de hielo.

Un candelabro sobre la mesa con tres brazos, sus llamas están extinguidas. Kenya observa una nota echa de cuero sobre el centro de la mesa.

Esta dice "Traencu esrt ogaftas, agpaa uss lalasm y peesra la oaocs arpa blarha micoogn"

Kenya no lo entiende, la lengua en la nota no tiene registro en la biblioteca de Volgen. Entonces se la da a Sebastián. Este inmediatamente reconoce la letra, es el idioma de los antiguos. Cuando los encabloscianos eran el único reino sobre Bersia, los dragones ancestrales eran críos recién nacidos.

Entonces se lo lee a Kenya.

-Lo nota dice "Encuentra tres fogatas, apaga sus llamas y espera al ocaso para hablar conmigo"-Lee Sebastián en voz alta.

-¿Cuánto falta para el ocaso?-Pregunta Kenya.

-Según el reloj de allá atrás sólo dos horas-Dice Sebastián.

Dos escaleras en espiral a los lados del gran salón conectan con niveles superiores. Sebastián nota que cada dos metros hay una mesa con cubiertos para la hora del té y dos calices en vez de tasas.

-Cielo, para no perdernos, por donde pasemos hay que voltear boca abajo los calices. No sabemos que tan lejos estén las fogatas de aquí, no podemos separarnos porque sería lo que ella quiere. Sigamos adelante, tú detrás de mi ¿De acuerdo?-Dice Sebastián.

-Lo siento amor, estas pendejo si crees que irás al frente, vamos hombro con hombro de la mano. No soy inofensiva ni tú eres a prueba de todo, además mis magias son más poderosas que las tuyas, ven, camina conmigo rápido que no tenemos mucho tiempo.-Ordena Kenya.

-Si amor-Dice Sebastián e inmediatamente camina a su ritmo.

Al pasar van cambiando los cubiertos. Ella decide ir por las escaleras de la derecha, Sebastián la sigue, en diez minutos encuentran y apagan la primera fogata, después vuelven al pasillo principal y van por las de la izquierda, este los lleva al vestíbulo, un hermoso lugar con múltiples recuerdos de unicornios, sirenas, ángeles, y montañas. Después caminan a unas escaleras a la izquierda y suben un nivel, en este hay una biblioteca de memorias, pasarán otros veinte minutos. Libros que al abrirlos proyectan al oscuro techo una luz en forma de la memoria ahí escrita, una forma de escritura primigenia que son importar cual era la lengua que hablaras ibas a entenderlo.

Una gran biblioteca donde fácilmente hay cerca de seis millones de libros. Kenya y Sebastián se asombran al encontrar sus propias memorias ahi, después de 30 minutos de curiosear por ahí recuerdan las fogatas, entonces detrás de unas canastas con más libros encuentran la segunda fogata, la apagan y suben al siguiente nivel. En este permanecen cuarenta minutos buscándola hasta que la encuentran y apagan la tercer fogata en un atrio junto a unos sillones. El castillo da la ilusión que está echo de vidrio pero es más resistente que el cemento translucido.

Quedan 30 minutos para volver al pasillo principal, pero ahora no encuentran la manera de bajar, la habitación parece estar cerrada. No hay conexiones con otras recamaras. Entonces Sebastián comienza a tocar rápidamente las paredes en busca de una ventana. La encuentra, enseguida le da un puñetazo fuertemente para abrirla, entonces Kenya toma la caja de Sebastián y saca varias cuerdas, las ata para hacer una más larga y le hace un nudo en el pilar más cercano. Sebastián se asoma por el hueco y observa que abajo está el puente. Un viento muy veloz hace que al tirar la cuerda se valla directo hacía donde el viento sopla. Para ese momento Sebastián retrae la cuerda, se la amarra a la cintura y abraza fuertemente a Kenya.

Se miran a los ojos y saltan hacia el exterior, la cuerda está echa de un duro polímero muy similar al titanio pero muy flexible. Al bajar Sebastián se pone del lado del muro para recibir el golpe.

Quedan a sólo dos metros sobre el puente. Entonces se sueltan. Queda muy poco tiempo. Ambos corren hacia el vestíbulo llegan de nuevo al pasillo. Kenya se extraña de que en todo el recorrido no se toparon con ningún ser hostil. Al contrario, todo parece estar completamente abandonado. De nuevo esa extraña sensación, como si una pareja que en verdad se aman estén condenados a estar separados eternamente. De nuevo se siente una desgarradora nostalgia, una dicha perdida, una obsesión por un amor, y un deseo sincero por recuperarlo... Kenya recuerda lo que les dijo la bestia en aquella cueva, y tiene su señal de invocación.

En ese momento la hora de la nota había llegado. Entonces del suelo brotan bastantes estatuas de la dama de hielo. Ambos observan lo mismo. Una silueta femenina muy grande, del tamaño de la bestia de la cueva, con grandes brazos, un torso mediano bien proporcionado, un par de piernas que al igual que én resto del cuerpo están muy delgadas, la cabeza está tapada por una especie de capucha, las estatuas comienzan a moverse y a rodear a Kenya y Sebastián, estos se ponen espalda con espalda, empeñan sus respectivas armas y se preparan para la batalla.

Acto seguido se escucha una voz femenina muy agresiva.

-¿Que pasó chicas? Esa no es forma de recibir a nuestros invitados. Trainganlos conmigo. Hace siglos que alguien pisaba este castillo, pero se los ruego, guarden sus armas.-Dice la dama de hielo.

Entonces las estatuas hacen un camino hacia la dama. Kenya y Sebastián caminan por donde les indican y después de un rato llegan a un gran porton de hielo, con la imagen del símbolo de la bestia en la mano de la dama trazado en su superficie en alto relieve. Sebastián recuerda que frente a esa puerta estaba la escalacnita donde era prisionero.

El Objetivo Del ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora