(Emily ´s POV)
Después de mi primera noche en aquella gigante mansión, desperté bastante temprano, cuando el sol apenas se veía tras las colinas que había en frente. Me levante y pise la fría alfombra tratando de no hacer ni un ruido. Metí mi pie en mi pantufla y salí silenciosamente de mi habitación. Por suerte, logre cruzar el pasillo y bajar las escaleras tapizadas sin hacer crujir la madera. Me dirigí hacia la cocina. Perpleja, me quede parada en la puerta. La cocina era hermosa, al igual que el resto de la casa. Lo primero que se veía era el gran estante de madera con puertas de vidrio que había en el fondo. Con unos dos metros de altura, estaba equipado de un juego de copas de cristal y de platos de cerámica. Además tenía una colección (supongo que son de Robert) de botellas vacías de cervezas y vinos carísimos. Mirando a la izquierda, había una pequeña mesa de madera con un mantel blanco y negro. A su lado había la enorme nevera blanca. Pude imaginar la expresión de mi rostro al contemplar la cocina: la boca abierta y los ojos perdidos, por poco y babeo. Estaba hambrienta, así que me acerque a esta con un paso un poco apresurado. Abrí la puerta, y la luz me obligo a entrecerrar los ojos, y cuando recupere la vista, mi estómago crujió cuando vi lo que contenía aquella caja metálica gigante. De todo, vegetales, frutas, carnes, quesos, lácteos, agua, sodas y mucho más. Indecisa, tome lo primero que se cruzó a la vista, el platillo de jamón. Lo saque, cerré la puerta de la nevera, y puse el platillo sobre la mesa. Primero me senté, corte una rebanada de jamón y me lo comí puro. Al saborearlo, me acorde que mi hermano me preparaba siempre el jamón con pan. La verdad es que él me quería mucho y yo a él. Me levante de la silla y fui a buscar pan.
Extraño mucho a Sebastián (mi hermano). Dejando atrás los malos recuerdos de mi infancia, tome la bolsa de pan, saque un par, y volví a la mesa. Pero el platillo de jamón ya no estaba sobre la mesa. Mire a todas partes hasta que lo encontré sobre la nevera. Una paloma se posó en la ventana y me miro. Ya sabía quién lo había puesto ahí.
- Ja, Ja - dije sarcásticamente- muy gracioso Max. Tengo hambre, por favor ¿me lo devuelves? Es que no alcanzo.
Nadie respondió. Tenía mucha hambre y estaba dispuesta a comerme ese delicioso jamón. Al seguir sin escuchar una respuesta, me comencé a alterar.
- Enserio Max, dame ese plato ahora.
- Ven...- dijo una voz tan suave que parecía solo una corriente de viento-
- No, ¡tú ven y baja ese plato!- ya comenzó a irritarme, así que tuve que gritarle-
Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, Max apareció en frente mío muy enfadado. Cualquiera ya se abría asustado, pero yo conocía a Max, y ya me había acostumbrado. Le dedique una mirada de furia. Realmente deseaba hacerme ese sándwich.
-Por favor Max, tengo hambre
- No comas eso...- respondió- Ven...
- Ok - tuve que ceder, él siempre conseguía lo que quería - pero luego me bajas el jamón
Me llevo hasta el pequeño bosquecillo que había cerca de la casa. Ahí, lo vi subiendo a un árbol. Me quede parada viendo como cada vez se alejaba más del suelo. A los cinco minutos bajo rápidamente del árbol y tenía algo en las manos.
- Ten - dijo mostrándome el pájaro muerto que tenía en la mano- cómelo, ya no tendrás hambre
- ¡No! - dije furiosa- ¡no quiero comer eso! Quiero mi sándwich, no una asquerosa ave muerta.
Me tape inmediatamente la boca. Sabía que Max se enojaría, pero no, solo me miro. Parecía más bien triste y decepcionado. Baje la cabeza, avergonzada de haberle gritado a aquel que me cuido durante once años de mi vida.
- Perdón...
Pero antes de que pudiera responderme, escuche las pisadas de alguien. Inmediatamente salí corriendo hacia la casa. Entre por la cocina, cerré la puerta y di unos cinco pasos atrás. Nunca había corrido tanto en mi vida. Mi respiración estaba acelerada. Me calme un poco. Estaba mareada de tanta hambre, sentía que me iba a desmayar. Entonces encontré la manera de bajar mi jamón y poder al fin comer. Puse una silla delante de la nevera y me estire para alcanzar el plato. Logre bajarlo y lo coloque sobre la mesa. Otra vez la misma paloma se posó sobre la misma ventana. Max estaba aquí, pero no lo encontraba. Busque y busque hasta que lo encontré al lado del estante de copas. Tenía en sus manos unos ocho platos de cerámica. Si los hacia caer, haría despertar a todo el mundo.
- No, Max, por favor no lo hagas- le suplique-
- Lo lamento - me respondió susurrando-
- Nooo!
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Me alegra mucho que les haya gustado el anterior capitulo... Y lamento muchísimo haberme tardado tanto en completar el capítulo, no he tenido tiempo =(. Pero espero que este les haya recompensado. Si les gusto háganmelo saber en los comentarios y no olviden votar.
Besos. Gracias