(Andres P.O.V)
- Andrés, ¡ya levántate! ¡O llegaremos tarde!- otra vez esa molesta voz de mi hermana- Andres?!
- ¡Ya cállate! Ya me estoy levantando.
Puse, ya bastante enojado, mis pies en mis zapatos y fui a asearme un poco. Me bañe y me vestí. Me puse una polera café, con formas tipo tatuajes negras, un Jean y unas zapatillas negras. Me peine, me puse perfume y salí del baño. Pero al salir, tuve que encontrarme con...
- Hey, - ...la persona más desagradable del mundo - desde que Emily llego, te bañas todos los días y te pones mucho perfume...
- Porque no te callas Fernanda - ...la persona que con tan solo verla me ponía los nervios de punta - Muévete que tengo hambre.
Se retiró del camino. Pero aunque odiaba admitirlo, ella tenía razón. Estaba enamorado de Emily Rossent. Y la verdad es que creo que no podía disimularlo. Desde que llego al barrio, me baño todos los días, lo cual, en mi caso, era muy raro. Además, me ponía mucho perfume.
Deje de pensar en ella y me dirigí a la cocina, donde me prepare un sándwich y me serví un plato de cereal. Salí con el sándwich en la mano y corrí hacia la entrada de la casa, ya que toda mi familia ya estaba afuera esperando el bus escolar. Pero al salir lo único que vi fue pura nieve. Entonces supe que el bus nunca llegaría, ya que habría quedado trancado en la nieve de camino a mi casa.
El frio nos estaba congelando. Pero luego vimos a los Rossent salir con su auto de su garaje. Mi madre y hermanos los miraron con caritas de perritos. Obviamente, Robert paró.- Hola chicos! - dijo el hombre con una voz amable- Que frio no? Suban, los llevaremos.
- Hay Robert muchas gracias- dijo mi madre con una voz chillona- pero, crees que vayan a entrar?
- Si... Hay suficiente espacio.
Yo solo veía como hablaban, a dos metros de distancia del auto. Ni loco entraría ahí. De pronto escuche la magnífica voz de Emily que me saludaba.
- Hola Andres, ven sube.
- Ah, hola Emily.- dije mientras me acercaba al auto.- ya voy.
Por suerte, mi hermana se adelantó y se sentó al lado de Emily, y yo al lado de Fernanda. Todo el camino al colegio fue en casi total silencio, excepto por Fernanda, que no paraba de hablarle a Emily. Finalmente llegamos, y todos bajamos del auto. Fernanda y yo les agradecimos y fuimos directo a clases.
Después de cuatro aburridas horas de clase, al fin llegó la hora del almuerzo. Como por instinto, me senté al lado de Emily. Ella me miro y se movió un poco en su asiento. Como siempre, mi hermana y sus amigas se sentaron a su lado, y mis amigos a mi lado. En general el almuerzo estuvo bien, pero al terminar no soporte más y...
- Emily, em, hola. Podemos hablar un momento- le dije agarrándola del brazo- va a ser rápido
- Em, claro. Las alcanzo en la clase - les dijo a sus amigas que pretendían quedarse-
Fernanda, me dedico un cruel mirada, a la que respondí sacándole la lengua. Bueno, llego el gran momento, el momento de decirle todo. No sabía por dónde empezar...
- Emily, te quería decir una cosa, algo muy importante...- creo que cada vez me ponía más rojo y comenzaba a sudar, pero no paraba de sonreírle como un idiota - Em, bueno... Sabes, yo…
Estaba a punto de comenzar. Pero luego, cuando vi por encima de su hombro me quede paralizado. No decía ni una sola palabra, ni siquiera al notar que Emily me miraba con aspecto raro. Simplemente no podía quitar mi vista, por más que quisiera. Había un hombre parado al lado del muro color marfil. No parecía pasar de los 18 años. La mirada que me dedicaba era fulminante y expresaba muchísimo odio, supongo que hacia mí. Estaba parado al lado izquierdo del muro. De pronto aparecieron letras por todos los muros de un color rojizo oscuro, pero no como el de la sangre, más bien como las hojas secas de otoño. Decían cosas como “te arrepentirás” o “atrévete…”.
Las letras estaban horribles, como si las hubieran escrito con las uñas. Pero las más grandes eran las que estaban cerca del hombre. Y decían: “No te le acerques, aléjate de ella es mía! O lo lamentaras” y al lado había un pequeño símbolo como firma. Era un circulo con un pequeño triangulo dentro y una línea chueca abajo.
De un segundo al otro, el hombre desapareció junto con todas las letras. Y luego volvió a aparecer pero a pocos centímetros de la espalda de Emily, quien parecía no darse cuenta de nada, de hecho no se movía, es como si se hubiera parado el tiempo. Él tenía en los brazos una pequeña y linda muñeca antigua. De pronto, unas voces comenzaron a rondar en mi confundida cabeza. Precian las voces de un par de niños, que primero gritaban porque jugaban, pero luego esos gritos se tornaron tristes y de sufrimiento. Era como si los estuvieran separando, ya que los dos gritaban y decían “¡No, no me quiero ir!”. Luego me agarre con fuerza la cabeza y la sacudí, intentando sacarme esas horribles voces que comenzaban a corroer mi mente…
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Ay ta!!! Al fin pude terminarlo y estoy escribiendo el otro. Me tarde añoss lo se. Perdon!!! Espero que les guste. Voten y comente que les parecio. Gracias