Capitulo 29 "Hola..."

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Dylan.

Mi cuerpo dolía y mi cabeza estallaría en cualquier momento inesperado. Mis párpados eran pesados, me costaba abrirlos. Sentí un pinchazo en el brazo cuando traté de moverlo para reincorporarme aún con los ojos cerrados. Cuando logré abrirlos y estar completamente consiente, pude percibir el horrible olor a hospital que tantos malos recuerdos me traían, y tanto odiaba. Una de mis piernas estaba levantada y un gran yeso estaba a su alrededor. Tenía una bata blanca y un montón de cables conectados en diferentes partes de mi cuerpo. ¿Qué había pasado?

¿Cuánto tiempo había pasado?

Logré sentarme en la fría cama tratando de soportar el constante pinchazo que la aguja que estaba en mi brazo producía. No sabía exactamente lo que había pasado, solo recordaba fragmentos de lo sucedido, y ni siquiera estaba seguro de si fueron sueños o la realidad. Mi cuello dolía cada vez que hacía el intento de observar a mi alrededor. Intentaba poder recordar lo sucedido pero parecía que cada vez era más difícil conseguirlo. La habitación estaba sola, ¿Nadie sabía que yo estaba aquí? Ignoré semejante estupidez, de seguro lo sabían, solo estaban por allí. A los minutos, todavía desconcertado con la situación, una enfermera de unos cincuenta y tantos años entró y al verme, su cara y su sonrisa de sorpresa hizo que la intriga se apoderara de mí.

–Joven...– quedó sin aliento.

–¿Qué ha pasado?– palabras pastosas salieron de mí. Mi voz estaba ronca y se cortaban apenas sin completar la frase.

La señora se acercó a mí cuidadosamente, como temiendo de una mala reacción de mi parte. Sin decir nada terminó de acercarse y cambió la vía que tenía puesta, el silencio que había en la habitación me daba escalofríos, ella seguía sin hablar, me estaba estresando. Luego de terminar de hacer su trabajo se paró frente a mí y sonrió cálidamente.

–Hay alguien que quiere verte.– dijo y fue hacía la puerta, llamó a alguien haciendo un gesto con la mano y salió de la habitación, no sin antes despedirse de mí con un simple "Adiós".

No entendía, esa enfermera no me había dicho nada, necesitaba información, qué carajos hacía aquí, qué exactamente y cuánto tiempo había pasado. Esperé unos minutos hasta que tocaron la puerta, me dolía el hablar así que no dije nada esperando a que la persona que había tocado se dignara a entrar. Volvieron a tocar unas cuantas veces más y entraron. Mis ojos se dirigieron desconcertados a las dos personas paradas justo en frente de mí, con una cálida sonrisa, pero con los ojos tan sorprendidos como los de la enfermera minutos antes. Si ellos estaban sorprendidos, creo que yo lo estaba aún más. Ahora más preguntas surgieron dentro de mí, queriendo estallar por el dolor de cabeza que me causaba con tan solo pensar.

Era inevitable no estar sorprendido con lo que estaba viendo, hacia tanto tiempo ya. ¿Qué persona tan hijo de puta podía llegar a ser alguien?. Ahora la furia y la rabia se había llevado toda la sorpresa de mi cuerpo. No podía creer lo que estaba frente a mis ojos. Lágrimas amenazaban con salir a flote, pero lo impedí. No iba a llorar frente a semejante persona que me destrozó la vida. Eso jamás. De pequeño me había hecho una promesa, y esa promesa seguía en pie. Como logré articular las palabras, las dije sin ningún intermediario.

–Papá.– él silencio duró algunos minutos, pero al fin habló.

–Hijo.-– se acercó a mí sin detenerse por la fría mirada que le estaba lanzando.

Max se había quedado allí parado, la molestia en su mirada igualmente era notable, él había detestado tanto a mi padre como yo. Él me había comprendido y había estado allí para mí en todas las malas situaciones, en mi pasado. En tan doloroso pasado que hasta recordarlo dolía. Estar en un hospital dolía, me ponía los pelos de punta tener que recordar todo aquello otra vez. No era nada agradable recordar cuando de pequeño llegabas a casa y estaba tu padre con su correa en la mano mientras tu madre cocinaba con lágrimas en los ojos. No era nada agradable tener que recordar todos aquellos gritos y llantos de tu madre. Un hijo ver sufrir a su madre, es como un suicidio en silencio.

¿De las Ilusiones se Vive?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora