Capitulo 5

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| DAMIÁN |

—D-Dami... m-más... —su hermoso rostro estaba sonrojado hasta mas no poder, algunas lágrimas caían de sus ojos, y estaba sudoroso y lo mejor, estaba en celo.

La vista que tenía era totalmente caliente y deseosa. Ver a Kristel auto-penetrarse en mi pene, gimiendo y con su cuerpo pegado al mío; perfecto. Agarre su estrecha cadera y de un fuerte movimiento lo baje en mi pene. Él gimió fuerte al sentir esa acción. Como me moría por tomarlo y corromperlo de la manera más impura posible.

— ¿Te gusta, cariño?

— ¡Oh si!... ¡Me encanta no te detengas! —grito, gimiendo mas fuerte.

Mi pene se sentía tan bien en su interior tan... caliente, húmedo y apretado. Me sentía en el paraíso. En las nubes.

| KRISTEL |

Los rayos del sol picaba con insistencia mis ojos, parpadee un par de veces antes de acostumbrarme a la tenue luz. Bostece y me removí un poco.

—Mhm... —¿un gruñido? Abrí mis ojos de golpe y me voltee mirando a Damián dormir plácidamente a mi lado.

—D-Damián... —lo llame varias veces, pero al zarandearlo despertó sobresaltado y sudado. ¿Tendrá fiebre?

—Ah perdón. ¿Dormiste bien? ¿Sentiste algo incomodo o algo parecido? —pregunto preocupado, ¿algo incomodo?

—Uhm... no ¿porqué? —pregunte esta vez yo al ver su rostro de alivio.

—Mhm, oh no por nada...

Quería preguntarle que hacia aquí, pero no me atrevía. No quería que se enojase conmigo otra vez.

—Lo siento... ayer te trate mal y... simplemente no fue un buen día y estaba de malas —explico al ver mi rostro inundado de confusión.

Yo lo mire sorprendido. Era la primera vez que oía que se disculpaba con alguien, aunque me dio gusto que yo fuera la primera persona en escucharle y más si su disculpa era para mí. Ya recordaba del como me había enamorado de Damián. De su gentileza y su dulzura al tratarme, al cuidarme o acariciarme.

—Oh no, esta bien. Yo tuve la culpa por no haberte dicho primero que Joni iba a venir. La próxima vez te avisare —anuncie viendo con algo de confusión un tic en la ceja de Damián. ¿Que tenía?

—No, no. Esta bien, puedes traerlo las veces que quieras pero... no quiero que por ningún motivo se encierren en la habitación, dejen siempre la puerta abierta y, por favor no dejes que te toque.

—Mhm esta... bien —acepte, y al instante sentí la mano de Damián revolver mi cabello.

Quite su mano de un manotazo.

— ¡Ya no soy un niño! —reclamé, no quiera que me siguiera tratando como a un niño, como a un hermanito pequeño. Yo solo quería que él me viera como algo más. Aunque sabia que eso era imposible. Y además, cuando cumpliera los 18 sentiría el olor y la escénica de mi Alpha. Como... me gustaría que fuera Damián.

Sonreí tristemente.

— ¿Qué pasa?

Lo mire, él en verdad nunca se fijaría en mí ¿verdad?

— ¿Porqué lloras, Lindo? —pregunto, acunando mi rostro en sus manos cálidas, normalmente están frías pero esta vez estaban cálidas.

Mi AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora