| KRISTEL |
Sentía mis mejillas calientes. Y es que... ¡lo hice con Damián! ¡Oh Dios mío! Llevaba varios minutos en los que desperté y lo primero que veo es el rostro de Damián. No podía borrar la sonrisa de felicidad que tenía. Parecía un bobo enamorado. Pero era así.
—Ya bésalo se que quieres.
Ahora si exploté, se me atoró la respiración. ¿Robarle un beso a Damián?
—No puedo, ¿y si se enoja?
— ¡Por el amor de dios Kristel! Acabas de hacer el amor con él.
— ¿El amor? P-Pero...
—Nada de peros. Eres tan ciego Kristel. ¿Acaso todavía no te has dado cuenta que solo uso a esa rubia malparida para darte celos? ¿O acaso nunca te diste cuenta de sus celos cuándo estabas con Jonathan? ¡Analiza!
—E-Eso es porque... n-no se llevan bien.
— ¡Y la razón eres tú Kristel! Jonathan esta enamorado de nosotros y Damián se dio cuenta... O eso creó...
Mi boca formó una 'o'. ¿Jonathan enamorado de mí? ¿Eso es... posible? ¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío!
— ¡Apúrate y róbale un beso ya Kristel! ¡Si no lo haces tomare posesión de tu cuerpo y yo lo besaré! ¿Eso quieres?
Negué y suspiré. Bueno esta dormido... creo que no hay problema.
—Kristel, deja de temblar.
Traté de no temblar pero el corazón no me paró de temblar si no que ahora brincaba. Estaba tan cerca, los rocé y lo miré. Sus párpados todavía cerrados; suspiré tembloroso. Justo cuando los iba a presionar algo hizo presión en mi nuca e impacto —algo fuerte— mis labios con los de Damián. Sentí una mano acariciado con fuerza mi cintura expuesta mientras los labios de Damián se movían sobre los míos con ferocidad. Ahogué un gemido cuando algo húmedo invadió el interior bucal de mi boca.
—No seas tímido lindo. Puedes darme los besos que tu quieras —dijo mientras acariciaba mis mejillas con sus pulgares.
—E-Es que me da... pena...
—No tienes que sentirlo. Oh por cierto, tomate esta pastilla ¿Quieres desayunar?
Me entregó una pequeña pastilla blanca. Me la tome con un vaso de agua que estaba en la mesita de noche. Deje le vaso nuevamente en su lugar.
—Si —asentí, dándole un beso a Damián rápido, ocultando mi rostro en la curvatura de su cuello y hombro.
Al instante una carcajada se escuchó de parte de él. Un movimiento suave hizo que me apartará de Damián, mirando como se levantaba...
— ¡Damián! —chillé y le lancé una almohada que él atrapó. Sin embargo no se cubrió.
— ¿Qué? Si ya me has visto completó —relató sin pudor ni vergüenza alguna.
Mi mejillas calientes las sentía en sobremanera.
— ¿Qué hora es? —pregunté, todavía sin ver a Damián.
—No vas a ir al instituto, al menos no hoy. Mientras no te puedas parar.
¿Qué?
—Pero si yo puedo pararme.
—Porque no te has movido. Y es mejor que estés así de relajado porque creo que te va a doler mucho. Voy por el desayuno.
— ¿N-No te vas a poner los... b-bóxer? —pregunté al ver que solo cogía los pantalones del suelo.
—No veo el porque. Me quedan flojos los pantalones así que no me van a ver el pe-...
— ¡Ya entendí! —lo interrumpí casi chillando.
Justo cuando escuche como la puerta se abría segundos después sentí un peso en mí, seguido de unos labios impactando en mi mejilla repintadas de veces y Damián se fue. Suspiré. Me moví un poco y pude sentir algo, algo entre mis muslos y en mi orificio. Viscoso y pegajoso. Intenté levantarme pero justo me invadió un dolor poco insoportable y nuevo. Seguía escurriendo un poquito más. Logré al menos sentarme en la orilla de la cama. Me estiré un poco para poner mis manos en la mesita de noche y ejercí fuerza al ponerme de pie, me dolió la cadera que no pude evitar chillar y que se me saliera unas cuantas lagrimas.
Inhala... Exhala... Inhala... Exhala... Puedo hacerlo, puedo hacerlo.
Pasó a pasó llegué al baño de la habitación. No sin antes fijarme la hora, 1:45. Entraba a la escuela a las 5:00 así que tenía tiempo. Yo nunca faltaba, más que ayer porque Damián me lo pidió. Entré al baño y no perdí tiempo en dirigirme a la ducha para abrir el grifo del agua caliente y a la vez fría. Tibia. No dudé en meterme rápida y a la vez delicadamente ya que ahora sentía ardor en mi interior. El agua hizo contacto con mi piel desnuda ya que ayer pues... No hace falta decirlo...
Una sonrisa hizo aparición en mi rostro al recordar las sensaciones tan explosivas que me hizo sentir. Todo mi cuerpo reacciona ante solo un rocé de él.
| DAMIÁN |
— ¡Sepárenlos! —escuché. Pero no preste atención ya que estaba más concentrado en darle una buen derechazo al mendigó idiota desgraciado de Marshall. No sabia que hacia aquí pero a Kristel no se le acercaba ni lo tocaba. Antes lo mataba.
De pronto sentí muchos brazos agarrándome por la espalda. Jadeaba debido a los golpes dados anteriormente. Vi que le había rompió el labio y su nariz sangraba, en su ojo derecho tenía un hematoma que se estaba empezando a poner morado, la ceja izquierda le sangraba. Aunque yo sentía que mi sien sangraba ya que la sentía algo caliente.
— ¡Ni vas a poder evitarlo! ¡Pronto se va a descuidar y ya me le aventaré!
— ¡Ya cierra la boca!
Me lo había topado casualmente en la fila para el desayuno. Y de repente me soltó que Kristel tenía un cuerpo exquisitamente delicioso para posar desnudo. Les lancé una mirada seria pero a la vez furiosa a los que me sostenían, claro como yo era el Alpha no se atrevían a contradecirme.
—Súbanme un poco de todo y no olviden el pastel de chocolate —ordené. Mientras le dirigía una mirada a Marshall igual que él a mí. Amenazante y fulminante.
Con pasos rápidos me dirigí a la habitación donde seguramente ni se habrá levantado. O eso creo porque procuré ser suave al hacerlo. Cuando desperté me di cuenta que el celo había pasado. Ya no olía tan intenso como antes. Abrí la puerta encontrándome a Kristel en una bata de baño de color blanco casi idéntico a su piel. Cuando me vio me mostró una sonrisa que me tranquilizó al instante, pero su sonrisa se borró.
— ¿Qué pasó? —preguntó una vez estuve sentado a su lado, tocando cuidadosamente mi sien.
Enrosqué mi brazo a su cintura, atrayéndolo a mí.
—Nada, solo un idiota que me encontré en el camino.
— ¿Tu duele? —sonreí.
—No —tome su mano y besé sus nudillos.
Pegué mi frente con la suya, percatándome del sonrojo fuerte que tenía. Besé sus labios castamente. Aprovechando que lo tenía lo suficientemente cerca para situarlo en mi regazo, le deshice el nudo del listón de seda que tenía la bata de baño. El desayuno seguro se tardaría, mientras yo aprovechaba de acariciar mi amor ya no platónico Kristel.
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Mi Alpha
WerewolfSe aman, pero no se atreven a confesarse por miedo a ser rechazados. Sin saber que son correspondidos mútuamente. |Obra original| No copias ni adaptaciones.