| DYLAN |
Lo recosté en mi cama, se veía tan pequeñito y un poco pálido, creó que debió ser el susto que se llevó. Pero por fin lo tenía en mis manos, en mi casa, en mi cama. No me gustaba la camisa que llevaba puesta. Le quedaba grande. Damián. Era de Damián, por su olor y tamaño. Gruñí molesto y le desabotone los botones casi con furia hasta quitársela casi a jalones. Dudaba que despertara ahora por el cloroformo que inhaló. Se me había pasado la mano pero no lo hacía siempre. De hecho es la primera vez que lo hacía. Era normal ¿no?
Tiré la camisa, no me importaba donde hubiera caído. Tenía... muchas curvas. Tremendas. Acaricié con las yemas de mis dedos su abdomen blando. Su piel era idéntica a la del lobo. Muy hermoso... Tan tierno... Tan... único. Alejé mí mano al momento de escuchar un gruñido de su parte. Sin embargó, no despertó. Solo pronunció algo entre sueños.
— ¿Dónde está? —azotó la puerta, la miré y la fulminé con la mirada.
— ¡Cállate, estúpida! Esta dormido.
— No entiendo que le ven. Yo tengo mejor cuerpo —se aduló a sí misma.
— ¿Lo estás siquiera viendo? —susurré en tono bajo para que Kristel no despertará—. Sólo míralo. Tiene más curvas que tú. Y huele delicioso, ¿a qué hules tú? Oh sí, no tienes olor natural.
Me miró con furia pero después empalideció al ver detrás de mí. Kristel había despertado, asustado. Me miró con confusión y miedo, luego la miró a ella. Pude ver como su cuerpo se erizaba y temblaba ligeramente.
—Me voy. Adiós, Kristel. Espero nunca volverte a ver —no me gustó el tono que había adquirido su voz al hablarle así a Kristel, se retiró.
Quedándome a solas con Kristel. Sonreí sombrío, acercándome peligrosamente a él. Devoré sus labios llenos al momento en que se quería alejar de mí. Lo succioné al mismo tiempo que apretaba su pezon fuertemente para que dejará de intentar alejarse. Se había mojado. Que rápido.
— ¡NO!
—Tu mente dice no, pero tu cuerpo dice otra cosa —sabía que los Omegas obedecían a los Alphas sin importar que sean desconocidos. Así era la naturaleza, su Omega me respondía. Pero él no.
No me importaba eso ahora. Haría lo que había deseado desde que lo conocí.
👌🏻👈🏻👌🏻👈🏻👌🏻👈🏻👌🏻👈🏻👌🏻👈🏻👌🏻👈🏻👌🏻
| DAMIÁN |
— ¡Vamos a encontrarlo! ¡Tranquilízate que te quedas calvo! —me gritó al verme nuevamente estirarme los cabellos.
— ¡Yo debía protegerlo y no se en que momento se levantó! —estaba desesperado, no había rastros de Kristel por ninguna de las habitaciones de la casa. Debería de haberlo siquiera sentido. Su olor no estaba. Seguramente debió ser temprano. Y algo o alguien pudo dispersar su olor con miles de perfumes. Porque la casa estaba oliendo a muchas colonias varoniles, mezcladas con las femeninas, haciendo un olor fuerte que te duele la cabeza y te dan ganas de vomitar.
— ¿No tienes idea de qué o quién pudo haber sido?
—No...
— ¿Nada, nada, nada?
—No —suspiré frustrado, me dejé caer en el sofá que había en la habitación.
¿Dónde estás, Kristel?
Desde unas minutos después de que sintiera que Kristel no estaba había sentido una horrible y desesperante opresión en el pecho. Un mal presentimiento.
—Amigo, todo estará bien. Te aseguro que nadie le haría daño a una monada como él. Es demasiado tierno para que alguien se compadezca de él y no le hagan daño.
— ¿Y sí le hacen otra cosa? —estaba llorando. Pero no me importaba eso ahora. Quería a Kristel de vuelta. Daría inclusive mi vida por la suya. Atravesaría el inframundo si él estaba del otro lado. Caminaría por fuego si él estaba esperándome del otro lado.
Todo por ti, Kristel.
—Tal vez fue a caminar...
— ¿En la madrugada?
—Podría ser...
—Sí tan sólo su olor se sintiera aquí podría al menos intentar saber a donde se fue.
— ¿No puedes ahora?
— ¿Acaso hueles su olor?
—No necesitas ser tan brusco. Solo era una pregunta.
—Pregunta estúpida.
—Yo aquí, como un buen amigo ayudándote a encontrar a tu Omega. ¿Así es como me pagas? ¡Malagradecido!
—Lo siento. Se que intentas ayudarme pero es que... ¡Estoy desesperado por encontrar a Kristel, no saber nada de él me hace sentir enfermo!
—Aún así no lograrás nada comportándote de esa manera. Mucho menos molestándote con todos. Vamos a encontrarlo cuando pasen las 72 horas.
— ¡Pero es que al policía no sirve! ¡¿Qué tal si ya le hicieron algo?! ¡No puedo creer que nos dijeran que teníamos que esperar 72 malditas horas! ¡3 días!
—Damián.
— ¡No puedo evitarlo! Un Omega no hubiera sido y mucho menos un Beta. Seguramente es un Alpha. ¡Maldiga sea! —pateé aun sin levantarme del sillón la mesita de cristal que había ahí, haciéndole una grieta.
Kristel, bebé precioso aguanta un poco...
— ¿A dónde vas? —me preguntó al verme levantado.
—Ya lo sabes.
—Es peligroso. Ni siquiera sabes dónde está. ¡Piensa! —me puse mi chaqueta de cuero negra con varios cierres de plata.
—No me importa.
Espérame, Kristel...
—Pueden matarte si ese Alpha es peligroso.
—Correré el riesgo.
Voy por ti... Kristel.
ESTÁS LEYENDO
Mi Alpha
WerewolfSe aman, pero no se atreven a confesarse por miedo a ser rechazados. Sin saber que son correspondidos mútuamente. |Obra original| No copias ni adaptaciones.