Capitulo 20

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| DAMIÁN |

¿Qué fue eso? ¿Un sueño? ¿Una visión? ¿Qué? ¿Porqué Kristel? ¿Qué pasaba?

La puerta se abrió, Eliot entró cerrando la puerta detrás de él. Preocupado.

— ¿Estás bien? Te oí gritar. ¿Otra vez la pesadilla?

Asentí, ¿porqué soñaba eso?

—Nada le va a pasar a Kristel. Nadie lo va a matar.

—Eso espero. Tengo miedo. No sabría lo que haría si Kristel corriera peligro y yo aquí, durmiendo.

—Estas agotado. Kristel va a estar bien.

— ¿Y si en verdad pasa?

—Deja de temblar. Damián, tranquilízate.

— ¿Y sí lo que soñé era una visión de lo que va a pasar? No voy a poder salvarlo. ¡No voy a llegar a impedirlo!

—No va a pasar.

— ¿Cómo estás tan seguro de eso? Podría... ¡estar corriendo peligro en este instante! —me levanté bruscamente, sin importar tirar la silla en la que dormí.

Tome mí abrigo.

— ¿Qué estás haciendo?

—Es obvio lo que estoy haciendo. Y esta vez no regresó sin Kristel. ¡No regresó sin el relleno de mi corazón!

Eliot me miró sorprendido. Salí de la habitación. Esperando encontrarme con Kristel.

Por favor que así sea.

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| VANESSA |

¿Qué demonios estaba haciendo exactamente si yo había sido la de la idea de secuestrar a este niño? No lo sabía. Algo me incitaba a hacerlo. Damián no me quería y se había vuelto insoportable.

Había intentado de todo para llamar su atención como antes. No lo logré y, probablemente nunca lo logré. Ahora lo sabía... pero seguía odiando a Kristel. Y sí, tal vez era porque los únicos 2 hombres con los que he estado siempre  me decían que él era bonito, que era lindo, que era hermoso, etc, etc. Tenían razón, y estaba segura que sí yo fuera un Alpha estaría loco por él. Pero no, era una Omega.

Caminábamos por los pasillos oscuros y desiertos. Una que otra sirvienta chismosa que me veía a mí y después al niño que tenía agarrado del brazo.

— ¿Porqué? —lo miré por encima de mi hombro sin dejar de caminar.

— ¿Qué?

— ¿Porqué me ayudas? —su voz era demasiado tímida y casi ronca.

Vaya, sí que Dylan le hizo gritar. ¿Cómo reaccionaría Damián al saber que su Omega disfrutó con otro?

Agité mi cabeza, no era tiempo de pensar en eso. Había decidido sacar a ese niño inocente que no tenía la culpa de que Damián no me quisiera. El destino esta predeterminado, el hilo rojo era fuerte y no se podía romper. Por nada ni por nadie. Al principió me burlaba mucho de ella, decía que era una estupidez. Cuando la única estupidez soy yo.

Mi abuela siempre me la contaba, mis padres no me habían criado como debería de haber sido como cualquier familia. Aunque era rica necesitaba algo más. Un poquito de amor de padres. Nunca los tuve a mí lado ni los días de mi cumpleaños, me mandaban obsequios pero yo solo quería su presencia en un día tan importante para mí. Mis años de vida. Mi abuela fue la única que me ayudó, me crió, me alimentó. Pero quería a mis padres.

Tal vez por eso terminé siendo lo que soy. Sonaría vulgar sí lo dijera, no lo diré por esa razón.

—Aquí —abrí la puerta.

Un arma cargándose me alarmó. Cuando iba a dar un pasó fuera un balazo atravesó la pared. Me volteé lentamente.

Dylan.

Sostuve al niño fuertemente del brazo, sin dañarlo, escondiéndolo detrás de mí. Como sí eso sirviera. El Omega tenía que estar con su Alpha. Su Alpha verdadero.

—Ven aquí, Kristel —ordenó, Kristel se quiso alejar de mí, lo impedí lanzándole una mirada de advertencia.

Kristel no tenía la culpa de obedecer. Dylan era un Alpha y los Alphas mandan a los Omegas y ellos obedecen. La naturaleza era así. Por eso algunos Omegas la odiaban que terminaban suicidándose para ya no recibir ordenes y que la naturaleza los controlará. Algunos eran así. Otros eran valientes y se enfrentaban a todo con valor.

Kristel lo tenía.

—Dámelo. ¿Porqué ahora te haces la heroína? ¿Por Damián?... ¿O por ti?

—Fue un error habértelo entregado. Y estoy dispuesta a correr el riesgo con tal de que Damián ya no este lloraron como nena por los rincones.

— ¡No te lo vas a llevar! ¡Me lo entregaste tú es mío!

— ¡Me equivoqué! El niño regresará con Damián quieras o no.

—No me provoques. Deja de jugar y entrégame de una vez a Kristel. ¡Entrégamelo! —empujé a Kristel afuera para cerrarle la puerta en el rostro. Dylan se me acercó, apuntándome con el arma.

— ¡Ve con Damián! —grité, esperando que me escuchará. Oímos la reja abrirse.

Kristel se había ido.

— ¡Maldición! —me empujó fuertemente al piso, dándome una patada en el estómago.

Escuché la puerta abrirse, dejando el frío aire entrar. Respiraba agitadamente por el golpe. Sentía algo caliente recorrer mi sien. No me importó. Tenía que hacer que regresará con Damián.

Dylan estaba obsesionado.

Con lago de esfuerzo tome mi móvil de mis jeans. Tecleando con algo de dificultad los dígitos.

— ¿Qué quieres? Estoy ocupado.

—Kristel... —susurré, me seguía doliendo el golpe. No podía hablar en un buen tono.

— ¡¿Dónde está?!

—Dylan esta... armado... Tienes que salvarlo... calle... —no pude sostener más el teléfono. Mis párpados pesaron.

No supe nada más.

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| DAMIÁN |

¿Qué? La llamada se cortó. Kristel.

—Dylan... —mascullé entre dientes el nombre del quien más odiaba.

¿Cómo no se me había ocurrido? Corrí y corrí donde el territorio de Dylan. Justo cuando estaba atravesando un parqué se escuchó un disparó.

—Dylan esta... armado... Tienes que salvarlo... calle...

Dylan estaba armado, Kristel estaba solo y... en peligró.

— ¡KRISTEL! —rugí.

Aguanta precioso bonito. Por favor.

Mi AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora