Capítulo 3

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Cada vez que podía Andreas la acompañaba a las actividades de beneficencia en las que ella participaba, ya que la sola presencia de él servía para atraer más gente. Empresarios y gente de mucho dinero capaz de cualquier cosa con tal de tener la oportunidad de acercarse a hablar unos minutos con Charisteas, asistía a donde él estaba . Así que él iba siempre que le era posible, aunque odiara exponerse de esa forma.

-Ella simplemente brilla, todos la aman – dijo el padre Leonidas a su lado y Andreas se dio cuenta que había estado tan concentrado mirando a su esposa que no había notado la presencia del religioso.

-Sí, así es – respondió observando como la gente rodeaba a la joven.

- Eres afortunado muchacho, cuídala bien. No la pierdas...- dijo y luego siguió su camino para ayudar a Sophie que hacía mil cosas a la vez, sin perder la sonrisa.

Tres horas después, conducía de regreso a casa. Cada tanto posaba su mirada en la mujer que iba adormilada a su lado. Era obvio que estaba agotada, hacía un mes y medio que no la veía y ella se había desmejorado bastante en ese tiempo. Sentía que algo la preocupaba, algo lo suficientemente importante como para hacer que no durmiera ni comiera bien.

Agarró el volante con una mano y con la otra tomó su saco para cubrirla, llevaba un vestido demasiado liviano. Ella se arrebujó en la prenda y pareció dormirse con más profundidad.

Él había aprendido muchas cosas sobre ella con el correr de los años, pero había algo que nunca había descubierto y era la verdadera razón por la cual Sophie se había casado con él.

No podía ser el dinero, ahora sabía que a ella no le importaba. Tampoco por tener un marido rico e influyente, sabía que ella hubiera preferido casarse por amor. Era una mujer que necesitaba afecto, y era obvio que no había sido porque lo amaba. También podía descartarse un sometimiento a Stefanos Tatsis, ella adoraba a su abuelo, pero era una mujer moderna e inteligente, nunca hubiera hecho algo contrario a su voluntad sólo porque lo ordenaban sus mayores.

Un par de veces había estado tentado a preguntarle la razón que la había llevado a casarse con él, pero nunca se animaba. Aun recordaba las acusaciones que le había lanzado el día que anunciaron su boda, también los primeros días en que eran enemigos. O mejor dicho cuando él se había empeñado en tratarla como una adversaria, acusándola o simplemente tratándola con una fría indiferencia, pero ella había resistido, se había enfrentado a él en muchas ocasiones hasta que finalmente la hostilidad entre ambos había amainado. No quería sacar a la superficie nada de eso. Actualmente las cosas eran distintas, Sophie era su amiga, ella era...

-¿Ya llegamos? – preguntó la joven abriendo los ojos.

-Ya casi, sigue descansando.

-No, está bien. Sólo necesitaba cerrar los ojos un rato.

-Puedes dormir en casa. Por lo visto necesitas descansar.- insistió él.

-Creo que un baño me hará mejor. Gracias por tu abrigo, me temo que se arrugó – dijo ella quitándose el saco que la cubría y haciéndolo a un lado. Por algún motivo aquello molestó a Andreas.

-¿No vas a volver a trabajar? –preguntó ella

- No aún, me quiero tomar un par de días.

-Eso es atípico en ti – comentó ella.

-¿Te molesta?

-¿Qué no trabajes por un par de días? Andreas, tienes una adicción con el trabajo, claro que no me molesta, sólo que es raro.

Rompe tu promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora