Capítulo 11

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Aquel día Sophie había planificado una visita a un gran templo cultural futurista construido a la orilla de la bahía, era el emblema cultural de la ciudad ya que albergaba museos, galerías de arte y salas de concierto. Y a la noche Andreas había propuesto que fueran a cenar y bailar a alguno de los famosos clubes nocturnos.

Sophie estaba preparándose para la salida cuando una llamada de Rusell le cambió el humor. Cuando le contó que estaba con Andreas en Singapur, él se enojó y puso en palabras lo que ella había estado pensando una y otra vez que su esposo estaba manipulándola para hacerla desistir del divorcio.

-¿Estás bien? –preguntó Andreas cuando se reunieron.

-Sí, supongo que el calor me ha afectado un poco – le mintió pues aún tenía presente su charla con Carver.

-Podemos quedarnos...- propuso él al ver la tensión que ella irradiaba.

-No, está bien. Después de todo estaremos en un espacio cerrado y climatizado, estaré bien.

- De acuerdo.

Finalmente recorrieron el inmenso complejo y ella pudo distraerse, aquel lugar obraba magia, porque la chica se negaba atribuírselo a su esposo, porque aunque lo negara, Andreas también tejía redes de encanto que lograban distraerla.

Sin embargo, dijo que estaba cansada y se excusó de la salida nocturna. No tenía ánimo para seguir a Andreas a algún club, nunca se sentía adecuada, él se desenvolvía con naturalidad como en cualquier situación, pero ella se sentía torpe. Y tampoco podía olvidar lo que había hablado con Russel, cada vez le era más difícil recordar que era una farsa y estar juntos en una salida nocturna no ayudaría en mucho.

-Está bien, quédate a descansar en el hotel, ya saldremos en otro momento- dijo él con gentileza cuando la joven se excusó.

-Puedes salir tú, si quieres – sugirió ella.

-No Sophie, no me interesa ir sin ti. Creo que aprovecharé para hacer un poco de ejercicio en el gimnasio del hotel o tal vez nadar un rato en la piscina.

-No puedes quedarte quieto, ¿verdad? . No estás acostumbrado a descansar - comentó ella. En aquellos días no lo había visto utilizar su celular ni la laptop, le parecía increíble que él no estuviera trabajando.

-No mucho, necesito gastar mi energía- contestó él y evitó decirle que ella era la principal responsable de su inquietud. Necesitaría nadar unas diez vueltas a la piscina si quería acallar el deseo que sentía por ella y seguir manteniendo el control. Llevarla a un lugar lejano y compartir todos los días con la mujer que quería había sido una gran idea y, al mismo tiempo, la más estúpida que había tenido Pero aunque debiera poner todo su autocontrol en juego, no iba a actuar en forma imprudente, ya había cometido suficientes errores como para dos vidas, era momento de que hiciera las cosas bien.

En el pasado había tenido distintas amantes , pero jamás había querido a alguien como para esperar por ella, sólo Sophie podía provocar eso en él. Sólo ella le importaba tanto.

Finalmente se despidieron y cada uno fue a su habitación.

Les quedaban sólo tres días más en Singapur, así que aprovecharon para ir al famoso parque de pájaros y a un precioso acuario, entre otros lugares. Andreas no volvió a mencionar las salidas nocturnas, prefería caminar sobre terreno seguro.

Sophie había vuelto a relajarse y Andreas estaba contento de verla mirar el mundo con aquel deleite casi infantil, había comprendido que ella tenía la capacidad de contagiarle aquel sentimiento. Las cosas se veían diferentes cuando estaba con ella. Había sido así en los pasados tres años, Sophie señalando algún detalle en una obra de arte, mirando alguna escena cotidiana como si fuera un milagro, contemplando a los niños con una sonrisa distraída, jugueteando con Pocket o disfrutando de una comida que le gustara, ella podía transformarlo todo con su mirada. Por un segundo, Andreas se preguntó si también podría transformarlo a él, si alguna vez podría mirarlo con amor, si alguna vez podrían dejar atrás el pasado.

Rompe tu promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora