Cuando Sophie despertó, la luz del sol matinal le reveló que había dormido mucho tiempo, aquello demostraba que estaba agotada. Tomar la decisión de pedirle el divorcio a Andreas la había agotado emocionalmente, presentía que sería una lucha devastadora. Además, tres años antes había tomado una decisión por el bien de su abuelo y ahora , cuando él supiera sobre el divorcio era posible que tuviera una recaída. Era una mala nieta, lo sabía, pero no podía seguir con aquella farsa. A la larga, todos saldrían heridos.
Pocos días atrás se había encontrado en una reunión con Allyson Vecchio, una antigua conocida, se movían en el mismo círculo y las veces que se había encontrado con la joven había sentido mucha afinidad con ella. En ese último encuentro Allyson le había contado que esperaba a su segundo hijo, estaba tan feliz, tan resplandeciente que Sophie había sentido una pequeña punzada de envidia. Había comprendido que ella deseaba tener eso también, un esposo que la amara locamente como Máximo amaba a Ally y la posibilidad de ser madre. Quería una familia de verdad, aquel sueño había estado adormecido, siempre lo había resignado por el bien de los demás, pero ya no podía hacerlo. No quería despertarse un día y descubrir que era una anciana sola y vacía.
Suspiró largamente, le esperaba un largo combate si quería que Andreas entendiera su punto de vista. Bajó las piernas de la cama y enseguida sintió un lengüetazo, Pocket estaba a sus pies y le daba los buenos días.
Por lo visto su esposo lo había traído durante la noche. Levantó al animalito y lo abrazó contra su pecho, era bueno sentir un poco de afecto, aunque proviniera de un pequeño cachorro.
-Bueno pequeño, a levantarnos. Sólo los valientes ganan las batallas...o perecen en ellas – dijo para sí misma y se levantó.
Cuando llegó a la cocina para preparar el agua para hacer el desayuno, se sorprendió al encontrar a Andreas. Había creído que él finalmente se había marchado a trabajar, no había escuchado ningún ruido que le indicara que se encontraba en la casa.
-Hola..-dijo ella sin saber muy bien que decir.
-Buen día Sophie, ¿dormiste bien?
-Sí gracias.
-Hablemos ...-propuso él y ella sintió que se debilitaba, algo debió notarse en su cara porque Andreas se preocupó.
-¿Estás bien?.
-Sí, sí...pero me gustaría darme un baño primero, luego podemos hablar mientras desayunamos.
-De acuerdo, aunque preparé varias cosas porque no sabía que deseabas comer.
-¿Preparaste el desayuno? – preguntó más sorprendida aún y se acercó a la mesa para ver que había en las bandejas. Muchas veces él había preparado el café, pero nunca nada como aquello. No era porque él no supiera cocinar, Sophie solía pensar que no había nada que él no hiciera, incluso un invierno en que ella había tejido bufandas había estado tentada a retarlo para que tejiera, sin embargo no se imaginaba al altivo Andreas Charisteas realizando tal actividad. Pero sin dudas , cuando quería hacer algo se esmeraba, en la mesa había zumo de naranjas, tostadas, omeletes y otras delicias varias.
- ¿Se te antoja algo de eso?- preguntó inseguro y ella se sonrió.
-¡¡Vaya!!, hasta me tienta sentarme a comer en lugar de darme un baño, pero necesito despertarme- comentó y se retiró . Inmediatamente se dio cuenta que tanto Pocket como Andreas la seguían. Lo del perro no era extraño, pero sí lo de su marido.
-¿Dónde vas?
-Contigo.-respondió él.
-Voy a darme un baño.
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Rompe tu promesa
RomanceAños atrás cuando se habían unido en aquel falso matrimonio. Andreas había rechazado a su inocente esposa, Sophie, y con su terrible soberbia le había hecho prometer que nunca se enamoraría de él. "Nunca te amaré Andreas" había prometido...