primera vista

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Me desperté con la alarma del celular, eran las 6:30 a.m y quería seguir durmiendo. Me tapé hasta la cabeza con las sábanas de nuevo.
Escuché a mi mamá llamándome, me quejé y decidí salir de la cama, vi a Negra (mi perra) que me miraba desde la puerta de la habitacion, le sonreí y me encaminé hacia el baño.

Me acuerdo perfectamente cuando conseguí a Negra, mi mamá me llevó a una guardería para perros abandonados sin hogar, y la primera vez que la vi decidí que la quería, era una bolita de pelos negra (de ahí el nombre) que no paraba de llorar, corrí hacia ella,la alsé y me la llevé sin decir nada, sin agradecer ni saludar, por lo que mi madre se enojó. Negra me lamió la cara todo el camino a casa y cuando llegué la bañé, sequé y perfumé, le puse un moño color rojo (que se lo sacó al instante) y se la presenté a toda mi familia.

Llegué al baño y sentí mojado el piso, tenía medias puestas, odiaba que me pasara eso y me saqué las medias mientras me sostenía del picaporte de la puerta, la abrí, tiré las medias para afuera y la volví a cerrar.
Cuando volví a salir, mi mamá se encontraba en la puerta con las medias en la mano y mirándome acusadoramente, puse los ojos en blanco, la esquivé y me encaminé hacia mi habitacion de nuevo.

Iba tarde para bañarme, así que me cambié, guardé lo que necesitaba en la mochila y agradecí a Dios de que era viernes.

Cuando iba saliendo me encontré con un camión de mudanza, alguien se mudaba a dos casas de la mía, no le presté atención.
Mis vecinos siempre se mudaban y llegaba nueva gente, yo no me relacionaba con ellos mas que un hola y chau. En cambio, mi mamá se pasaba media hora hablando con ellos e indagando de sus vidas. Luego llegaba a casa y me contaba, como si a mi me interesaba. Éramos dos polos opuestos.
Las únicas que soportamos más de cinco años en ese barrio fuimos mamá y yo (y Negra).
Sólo había gente mayor y un par de chicos de mi edad, que cuando éramos pequeños nos pasábamos todo el día jugando juntos, pero cuando crecimos, nos encaminamos para distintos caminos y nos dejamos de hablar.
Vi a dos personas, una mujer y un hombre, de unos 40 años (quizás más) y a las personas que los ayudaban a entrar los muebles a la casa. Ellos me miraron y sonrieron, desvié la mirada y seguí mi camino al colegio. Genial, otra pareja aburrida vecina, mi madre estará contenta.

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