1| nightmare

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El silencio de las enormes calles del norte de Brooklyn se veía interrumpido por el incesante sonido de sus tacones sonando acompasados contra el suelo. Giró en la siguiente manzana poniendo rumbo fijo a el local de moda de la gente joven, gente que escondía secretos que ningún mundano imaginaba. Bajo la fina capucha que escondía su melena rubia, sus intensos ojos verdes combinaban a la perfección con aquellos pantalones ajustados de cuero y el corto top color esmeralda que dibujaba a la perfección cada curvatura de su cuerpo. Aquella noche iba a ser especial ,tenía una misión muy importante que cumplir.
Su realidad era muy diferente que la de cualquier persona de su edad, no iba a fiestas por gusto, iba por deber. Tras la marcha de su padre se había quedado sola e indefensa en un mundo que apenas conocía, un mundo del que jamás habría imaginado su existencia. Apenas tenía nueve años cuando él se marchó para convertirse en el ser que ahora era, alguien a quien su propia hija detestaba. Uno a uno se había deshecho de los recuerdos que tenía de él, ya solo le quedaba una pequeña foto en un marco de madera escondido en el primer cajón de su armario, eso y la runa que había colocado su padre en el pecho poco antes de marcharse.
Acarició una última vez esa runa y la tapó abrochando su chaqueta de cuero, sabía a la perfección que si alguien veía esa runa sospecharían de sus intenciones, que aunque fueran ciertas, tendrían que llevarse a cabo.
El guarda de la puerta de extraño al verla
-¿Otra vez tú por aquí? -Comentó analizando uno a uno cada milímetro de su piel.
Coqueteo con su pelo fingiendo ser la inocente y pura joven que el guarda de la puerta imaginaba que era.
-¿Acaso una chica no puede divertirse un sábado por la noche? -Insinuante jugó con la cremallera de su chaqueta esperando que el guarda no hiciera las preguntas y la permitiera la entrada.
Él le sonrío mientras devolvía su perdida mirada a sus claros ojos. -Entra y di en la barra que vas de mi parte, no puedo permitir que una chica pase sed en una noche como esta.-

Le dedico una última sonrisa mientras entraba por la puerta principal despojándose de su chaqueta, aunque el guarda conocía a la perfección la realidad del submundo, no iba a dejar entrar tan fácilmente a una Shadowhunter a una de los locales más conocidos por los del submundo.
Una vez dentro recorrió la sala entera con su mirada en busca de su víctima, una vez la localizó, comenzó la cacería. Aquella noche iba tras la pista de uno de los demonios a sueldo que trabajaba en la zona del este de Brooklyn. Se escondían y eran capaces de transformar su apariencia para conseguir acabar con sus víctimas. Se hacían pasar por simples mundanos con tal de pasar desapercibidos y su trabajo era encargarse de que aquello no ocurriera, pues velaba por la seguridad de aquellos que desconocían la realidad tal y como era.
Al ver a tanta gente en la sala recordó el momento en el que su padre le confesó lo que era. Recordaba a la perfección su sonrisa torcida, su joven piel bañada por el sol.
-Pequeña tienes que velar siempre por el bien de los mundanos, eso él lo que tienes que hacer -dijo mientras dibujaba la runa en su pecho.
Recordaba aquel intenso dolor como si se lo estuvieran repitiendo a cada instante, ninguna le había dolido tanto como aquella. A su vez recordaba a la inocente y buena niña de entonces, aquella que tenía miedo de dañar a su perro por abrazarlo demasiado.
-¿Papa y si no puedo?¿Y si no soy capaz de proteger a la gente?¿Entonces no seré una buena Shadowhunter? -Bendita ignorancia la de aquel momento. La sonrisa se dibujó en el rostro de su padre, confiaba en su hija.
-Eso nunca pasara pequeña -aún le parecía mentira todo lo lejos que había llegado su padre, sabía que formaba parte del Círculo, de aquellos que ansiaban la copa mortal para dominar a los demonios, incluso había comprobado lo fácil que era corromper al ser humano si a cambio le ofrecías un poco de poder.
Rápidamente volvió del lapsus momentáneo que le habían producido los recuerdos. Cuando quiso darse cuenta el demonio había desaparecido de su horizonte y nada más que veía mundanos y algún que otro ser del submundo mimetizado con los mundanos.
Con prisa y culpándose por haberlo perdido recorrió uno a uno los centímetros de la discoteca chocándose con la gente que bailaba eufórica inducida por el alcohol que habían bebido.
-Mierda -pensó Daphne.
La música estaba demasiado alta, apenas podía escuchar sus propios pensamientos, cuando con el rostro enfurecido pensó en abandonar la misión y no matar aquella noche al demonio. Pero como sabía que la vida daba muchas vueltas, cuando salió del Pandemonium cambió el recorrido de vuelta a su casa, pasando por los callejones sin salida que tanto caracterizaban a Nueva York.

De repente escuchó los gritos de una chica de apenas su edad, subió por las escaleras de emergencia para llegar a uno de los callejones de donde provenían los gritos. Sonrió al percatarse de que había encontrado por fin al demonio en su forma original, aunque atacando a aquella peculiar joven. Analizó expectante el comportamiento de ambos, rápidamente descubrió que aquella joven de pelo castaño era una Shadowhunter, justo en aquel momento perdió el interés en ayudarla.
El demonio movía lentamente  los tentáculos  que salían de su boca, sus ojos eran de un fuerte ámbar que la hacía recordar los ojos de una serpiente. La cara de la morena estaba completamente desencajada, tenía miedo y se podía notar a la perfección en su mirada asustada.
Yo... Yo no sé a quién buscas -gritaba ella a cada paso que aquel demonio se acercaba.
-Si eres importante para ellos, eres la víctima perfecta para mí -amenazaba el demonio a cada segundo mientras los tentáculos de su boca se acercaban peligrosamente a la morena Shadowhunter. Ella intentaba huir pero estaba acorralada en aquel callejón sin salida. Su palabras apenas se entendían por el balbuceo causado por las lágrimas de miedo que emanaban sus ojos

Un instinto la sobrecogió, la miraba y por una vez en su vida se sintió identificada. Le recordaba a la primera vez que se enfrentó a un demonio, estaba sola en las frías calles, le clavó el cuchillo Serafín, sus manos comenzaron a temblar sin ninguna razón, estaba más asustada por haberlo matado que por lo que podía haber pasado, ahí es cuando se convirtió en una auténtica Shadowhunter. Recordó en ella los mismos errores que había cometido a lo largo de su vida. Siempre se había prometido a sí misma no ayudar a otros Shadowhunters porque ellos jamás lo hicieron con ella, además sopesaba en su cabeza que era una de las principales causas de la locura de su padre.

Suspiró y colocó dos pequeñas hachas, que parecían casi más unas dagas que lo que realmente eran, en forma de equis en la parte trasera de su cadera. Saltó desde el pequeño balcón de la escalera de emergencias desde donde había estado mirando la curiosa escena. Saltó con una bonita pirueta colocándose delante de la pequeña Shadowhunter.
-Primera norma de los Shadowhunters, hay que ir siempre armada -gritó Dafne mientras sacaba de su cadera una de las pequeñas hachas lanzándosela al demonio haciendo que impactara en el pecho.
-Daphne -susurró el demonio malherido por el impacto del arma. Aprovechando que se se había quedado inmóvil el demonio, desempuñó su cuchillo Serafín y lo clavó en el corazón inexistente del demonio.
La joven Shadowhunter asustada aún seguía a sus espalda con sus ojos clavados en Daphne. Ésta giró su rostro para encontrarse con la mirada asustada de la morena. Corrió a por el hacha que seguía en el suelo lleno de sangre de demonio. La Shadowhunter seguía con la mirada cada uno de los gestos que hacía Daphne.
-Gracias por salvarme -susurró antes de que Daphne saliera corriendo sin darle ninguna explicación.

Corrió de regreso a su casa haciendo que el ruido de sus tacones rompiera de nuevo el silencio de la noche, miles de pensamientos rondaban por su cabeza en ese momento. Si aquella Shadowhunter le contaba a la Clave lo que había ocurrido quizás se pusieran a buscarla y así dejar su identidad al aire. No estaba orgullosa de ser la hija de Jeremy Pontmercy, no por quien fuera su padre sino por lo que había llegado a hacer.
Al llegar a su apartamento soltó con dureza las armas y su chaqueta de cuero, se sentó bajo la ducha dejando caer el agua que mojaba todo su cuerpo. El maquillaje corría por su rostro. Parecía una buena e inocente niña que veía peligrar todo su mundo que con dureza había construido.
Fue a agarrar un pequeño colgante en forma de trébol de cuatro hojas que llevaba colgado desde que su madre la abandonó a la suerte de su padre. Pero el colgante no estaba, ya no estaba. Palpó todo su cuerpo buscándolo, lo había perdido.
Colocó las manos en su rostro limpiando el maquillaje mientras pensaba en todo lo que podía ocurrir y quienes serían esos que reprochó el demonio a aquella joven. Daphne sabía que aquella chica la iba a traer muchos problemas, pero nadie elige lo que es, es el azar de la vida.
~

Hola bellos y bellas lectores! Bueno aquí está el cambio que les comente anteriormente que iba a hacer, dándole un nuevo enfoque a la novela, lamento no haber avisado con mucho tiempo de antelación, pero os prometo que merecerá mucho la pena. Recordaros que os paséis por la novela de awksharman donde se contará la historia de la otra Shadowhunters.
Espero que me digáis vuestras opiniones al respecto de esta nueva novela y de este nuevo enfoque. Estaré eternamente agradecida de que dejéis vuestra opinión en los comentarios y que si os guste le deis a la estrellita!

-Tessa-

Survivor // #ShadowhuntersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora